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Ponerología Política: Una ciencia de la naturaleza del mal ajustada a propósitos políticos – Parte 2

Por Andrew M. Lobaczewski

Con comentario y material adicional citado
por Laura Knight-Jadczyk

Parte 2


Desórdenes paranoidales de la personalidad: Es característico del comportamiento paranoico que las personas sean capaces de corregir relativamente el razonamiento y la discusión mientras tanto la conversación acarree con diferencias menores de opinión. Esto se detiene abruptamente en cuanto los argumentos del interlocutor comienzan a amenazar sus ideas sobrevaluadas, aplastan sus estereotipos de razonamiento arraigados desde hace tiempo, o las fuerza a aceptar una conclusión que ya habían rechazado antes inconscientemente.

Tal estímulo deja correr por el otro interlocutor un torrente de palabras pseudos-lógicas, en gran parte para-moralísticas, por lo general palabras de insulto que siempre contienen un cierto grado de insinuación.

Palabras como éstas inspiran la aversión entre gente culta y lógica, pero esclavizan a mentes menos críticas, por ejemplo, gente con otros tipos de deficiencias psicológicas, que antes fueron el objeto de la influencia egoísta de individuos con desórdenes de la personalidad, y en particular gran parte de los jóvenes. […]

Hoy sabemos que el mecanismo psicológico de los fenómenos paranoicos tiene dos caras: una es causada por el daño en el tejido cerebral, la otra es funcional o conductual. […]

En personas que no sufren de lesiones cerebrales, tales fenómenos ocurren lo más frecuentemente como resultado de haber sido criadas por gente con una caracteropatía pananoidal, junto con el terror psicológico de su niñez. Dicha sustancia psicológica es luego asimilada creando los estereotipos rígidos de experiencias anormales. Esto dificulta que el pensamiento y la visión del mundo se desarrollen normalmente, y contenidos bloqueados por el terror se transforman en centros que permanentemente funcionan de forma congestiva. […]

Caracteropatía frontal: Las áreas frontales de la corteza cerebral (10A y B según la división de Brodmann) no están presentes en forma virtual en ninguna criatura excepto en el hombre; están compuestas por el tejido nervioso filogenéticamente más joven. Su citoestructura es similar a la de las áreas de proyección visual mucho más adultas, en el lado opuesto del cerebro. Esto sugiere algún tipo de similitud funcional. […] Como lo describen algunos investigadores, (Luria et. al.) las funciones de estas áreas – aceleración y coordinación del proceso de pensamiento – parecen provenir de esta función básica.

Un daño en esta área… ha sido reducido considerablemente gracias al progreso del cuidado médico de mujeres embarazadas y recién nacidos. El rol ponerológico espectacular que resulta de los trastornos de la personalidad causados por esto debe ser considerado como característico, de alguna manera, de las generaciones pasadas y de las culturas primitivas.

Daños en la corteza cerebral en estas áreas perjudican selectivamente las funciones mencionadas anteriormente sin perjudicar la memoria, la capacidad de asociación ni en particular esas sensaciones y funciones basadas en los instintos, como por ejemplo la capacidad de intuir una situación psicológica. Por lo tanto la inteligencia general de un individuo no se ve reducida en mucho. […]

La personalidad patológica de tales personas, conteniendo generalmente un componente de histeria, se desarrolla con el correr de los años. Las funciones psicológicas que no están dañadas se desarrollan de más para compensar, lo que significa que las reacciones instintivas y afectivas predominan. Gente relativamente vital se vuelve beligerante, feliz cada vez que toma algún riesgo, y bruta tanto en sus palabras como es sus hechos. Las personas con un talento innato para intuir situaciones psicológicas tienden a aprovecharse de este don de una manera egoísta y despiadada. En el proceso de razonamiento de dicha gente, se desarrolla un atajo, pudiendo evitar la función disminuida, por lo que esto lleva directamente de asociaciones a palabras, actos y decisiones que no son sujetos a disuasión alguna. Dichos individuos interpretan como un símbolo de su superioridad su talento para intuir situaciones y para tomar decisiones simplificadas por demás en fracciones de segundo, comparados con la gente normal, que necesita pensar durante mucho tiempo, experimentando dudas sobre uno mismo y motivaciones conflictivas. No es necesario deliberar durante un largo tiempo acerca del destino de tales criaturas.

Dichas “personalidades stalinísticas” trauman y hechizan a los demás, y a su influencia le es excepcionalmente fácil evitar el control del sentido común. Una gran proporción de gente tiende a acreditar poderes especiales a tales individuos, sucumbiendo por ende en sus creencias egoístas. Si un padre manifiesta un tal efecto, sin importar cuán mínimo éste sea, todos los niños en la familia presentarán pruebas de anomalías en el desarrollo de la personalidad.

El autor estudió a una generación entera de gente mayor educada, cuya fuente de tal influencia era la hermana mayor, quien sufría de un daño prenatal de los centros frontales. Desde la primera infancia sus cuatro hermanos menores asimilaron una sustancia psicológica alterada patológicamente, incluyendo el componente de histeria que iba incrementándose en su hermana. Retuvieron bien hasta sus sesenta años las deformidades de la personalidad y de la visión del mundo, así como las características histéricas causadas así, cuya intensidad disminuía en proporción a la mayor diferencia de edad. La selección de información subconsciente les hizo imposible concebir cualquier tipo de comentario acerca de la personalidad de su hermana, y además porque éste era capaz de ofender el honor de la familia. Sus hermanos aceptaron como reales los delirios y quejas de su hermana sobre su marido “malo” (que en realidad era una persona decente) y sobre su hijo, en quien su hermana encontró un chivo expiatorio para vengar sus fracasos. De ese modo participaron en un mundo de emociones vengativas, considerando a su hermana como una persona completamente normal a quien estaban preparados a defender – a través de métodos de lo más desagradables, si era necesario – ante cualquier insinuación acerca de su anormalidad. Pensaban que las mujeres normales eran insípidas e inocentes, buenas para nada pero conquistas sexuales. Ni siquiera uno de ellos llegó a crear una familia saludable o a desarrollar una sabiduría promedio acerca de la vida.

El desarrollo de la personalidad de estas personas también incluía muchos otros factores, que dependieron del momento y el lugar en el que fueron criadas: el giro del siglo, con un padre polaco patriótico y una madre alemana que obedecía las costumbres contemporáneas aceptando la nacionalidad de su marido, pero que aún seguía siendo una defensora del militarismo y del hecho de aceptar la histeria intensificada que cubría a Europa en aquella época. Esa fue la Europa de los tres Emperadores: el concepto del “honor” santificó al triunfo. Mirar fijamente a alguien durante demasiado tiempo alcanzaba como pretexto para un duelo. Estos hermanos fueron por lo tanto criados para ser luchadores llenos de cicatrices de sable; sin embargo, las cuchilladas que infligían sobre sus adversarios eran más frecuentes y peores. […]

[Dejando de lado toda consideración de tiempo y espacio] si la hermana no hubiese sufrido de un daño cerebral y si los factores patológicos no hubiesen existido, el mal [que estos hombres] sembraron tan abundantemente durante sus vidas no habría existido en lo absoluto, o bien habría sido reducido a un ámbito condicionado por factores patológicos más aislados. […]

Consideraciones comparativas también condujeron al autor a concluir que Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, conocido también como Stalin, debería ser incluido en la lista de este tipo especial de caracteropatía ponerogénica, la cual se desarrolló como parte del daño perinatal en los campos prefrontales del cerebro. La documentación y las noticias acerca suyo abundan en indicaciones: brutal, encantador, carismático como una serpiente, la toma irrevocable de decisiones, el carácter despiadado inhumano, la venganza patológica dirigida a cualquiera que se interpusiera en su camino; y la creencia egoísta en su propio genio por parte de una persona que era, en realidad, promedio. Esta afirmación explica también su dependencia psicológica a un psicópata como Beria. Algunas fotografías revelan la deformación típica de su frente, que aparece en gente que ha sufrido un daño muy temprano en las áreas mencionadas anteriormente. […]

Caracteropatías provocadas por la droga: Durante las últimas décadas, la medicina ha comenzado a utilizar drogas con efectos secundarios graves: atacan al sistema nervioso, dejando atrás un daño permanente. Estas discapacidades generalmente leves traen consigo cambios en la personalidad que muy a menudo son dañinos para la sociedad. La Estreptomicina comprobó ser una droga muy peligrosa; como resultado de esto, algunos países han limitado su uso, mientras que otros la han quitado de la lista de drogas cuyo uso está permitido.

Las drogas citostáticas [tratamiento contra el cáncer] utilizadas al tratar enfermedades neoplásticas, a menudo atacan al tejido cerebral más antiguo filogenéticamente, portador de nuestro sustrato instintivo y de nuestras sensaciones básicas. Personas tratadas con dichas drogas tienden a perder progresivamente su color emocional y su aptitud para intuir una situación psicológica. Conservan sus funciones intelectuales pero se convierten en egocéntricos con ansias de alguna presa, regidos fácilmente por gente que sabe cómo aprovecharse de esto. Se tornan indiferentes a los sentimientos de los demás y al sufrimiento que están infligiendo en ellos; cualquier crítica hecha a su persona o comportamiento es devuelta con una venganza. Un tal cambio de personalidad en una persona que hasta hace poco gozaba del respeto por parte de su entorno o comunidad, lo que persevera en la mente humana, se convierte en un fenómeno patológico causando muy seguido resultados trágicos. […]

Algo similar a lo mencionado más arriba pero en una situación psicológica, tales resultados pueden ser causados por toxinas endógenas o virus. Cuando a veces las paperas continúan con una reacción cerebral, eso trae como consecuencia una leve palidez o vacío de sensaciones y una ligera disminución en la eficiencia mental. Fenómenos similares son presenciados luego de un ataque difícil de difteria. Finalmente el polio también ataca al cerebro […] Gente con paresis en las piernas rara vez manifiesta estos efectos, pero aquellos con paresis en el cuello y/o en los hombros deben considerarse como afortunados si no lo hacen. Además de la palidez afectiva, las personas que manifiestan estos efectos evidencian por lo general una incapacidad para comprender el quid de la cuestión y la inocencia. […]

Anomalías de la personalidad desarrolladas como resultado de un daño del tejido cerebral se comportan como factores ponerogénicos insidiosos. Como resultado de las características descritas más arriba, [las influencias ponerogénicas] anclan en la mente humana, traumatizando a nuestra psique, empobreciendo y deformando nuestros pensamientos y sentimientos, y limitando la capacidad de individuos y sociedades para usar el sentido común y reconocer una situación psicológica y moral.

Esto le abre la puerta a personajes patológicos quienes más frecuentemente son portadores de desviaciones psicológicas heredadas. Luego empujan a individuos caracteropáticos hacia la sombra y preceden con su trabajo ponerogénico. Es por eso que diversos tipos de caracteropatías participan en los períodos iniciales de la génesis del mal, tanto en la escala macro-social como al nivel individual de las familias humanas.

Un sistema social mejorado del futuro debería pues proteger a individuos y sociedades previniendo a personas con las desviaciones ya mencionadas, o con las características que serán discutidas posteriormente, de cualquier tipo de función social dentro de la cual el destino de otra gente dependería de su comportamiento. Esto se aplica por supuesto a las más altas posiciones gubernamentales. Tales cuestiones deberían de ser decididas por una institución adecuada compuesta por gente con una reputación de sabia y con entrenamiento médico y psicológico. Las características de las lesiones cerebrales y de su desorden de la personalidad son mucho más fáciles de detectar que algunas anomalías heredadas. Por lo tanto, el sofocar procesos ponerológicos removiendo estos factores del proceso de la síntesis del mal es eficaz durante las fases tempranas de tal génesis, y mucho más fácil en la práctica.

Desviaciones Heredadas

La ciencia ya protege a las sociedades de los resultados de algunas anomalías fisiológicas que vienen acompañadas de una cierta debilidad psicológica. Ya se sabe muy bien del rol trágico que juega la hemofilia hereditaria entre la realeza europea. Hoy en día, gente responsable está ansiosa por no permitir que la portadora de tal gen se convierta en una reina. Cualquier sociedad que dedique tanto cuidado a los individuos con una insuficiencia en la coagulación sanguínea protestaría si una persona con esta anomalía fuera llamada a ocupar un puesto elevado. Este modelo de conducta debería ser extendido a muchas otras anomalías hereditarias.

Los daltónicos, gente cuya capacidad para distinguir el color rojo o el verde del gris ha sido dañada, son excluidos de profesiones en las cuales este daño podría llegar a causar una catástrofe. También sabemos que esta anomalía viene acompañada de una disminución de la experiencia estética, de emociones, y de la sensación de estar unido a una sociedad de gente que ve los colores de forma normal. Por lo tanto, los psicólogos industriales son cautelosos en cuanto a si se puede confiar a una persona un trabajo que implique una dependencia al sentido autónomo de la responsabilidad de un hombre, ya que la seguridad de los trabajadores depende de este sentido.

Se descubrió hace ya un buen tiempo que esta anomalía es heredada a través de un gen ubicado en el cromosoma X y que no es difícil rastrear la transmisión a través de muchas generaciones. La genética ha estudiado de una manera similar la herencia de muchos otros rasgos de los organismos humanos, pero prestaron escasa atención a las anomalías que nos interesan a nosotros. Muchas características del carácter humano poseen una base hereditaria en genes ubicados en el mismo cromosoma X; aunque eso no es una regla. Algo similar podría aplicarse a la mayoría de las anomalías psicológicas tratadas aquí posteriormente. […]

Problemas serios son causados por el cariotipo XYY, el cual produce hombres altos, fuertes y violentos emocionalmente… pero su cantidad y papel en los procesos ponerogénicos son muy pequeños.

Mucho más numerosas son aquellas desviaciones psicológicas que juegan correspondientemente un papel mayor como factores patológicos que acarrean procesos ponerológicos; lo más probable es que sean transmitidos a través de formas hereditarias normales. Sin embargo, este campo de la genética se enfrenta con una multitud de dificultades biológicas y psicológicas.


Lobaczewski pasa luego a describir varias patologías psicológicas heredadas, tales como la psicopatía esquizoide – a la que hoy se hace referencia como “desorden de la personalidad del tipo esquizoide” – sobre lo cual él dice:


Los portadores de esta anomalía son hipersensibles y desconfiados, pero prestan poca atención a los sentimientos de los demás, tienden a asumir posiciones extremas, y están ansiosos por vengarse ante la menor ofensa. A veces son excéntricos y extraños. Su escaso sentido de la situación psicológica y de la realidad los conduce a sobreponer interpretaciones erróneas y peyorativas de las intenciones de la otra gente. Se involucran fácilmente en actividades que son ostensiblemente morales, pero las cuales en verdad infligen daños sobre ellos mismos y otros. Su visión psicológica del mundo, empobrecida, los vuelve típicamente pesimistas. […] Cuando se ven enredados en situaciones de grave estrés, sus defectos hacen que colapsen fácilmente. … Frecuentemente los esquizoides caen en estados sicóticos reactivos tan similares en apariencia a la esquizofrenia que los conducen ser mal diagnosticados.

Si se minimiza la presión emocional en ellos, son capaces de desarrollar un verdadero razonamiento especulativo, pero tienden a considerarse intelectualmente superiores al “común” de la gente.

La frecuencia cuantitativa de esta anomalía varía entre las razas. Es baja entre los negros, y la más alta entre los judíos. La observación sugiere que esto es hereditario autosómicamente.

Una actividad ponerológica esquizoide debería ser evaluada de acuerdo con dos aspectos. A pequeña escala, tales personas ocasionan problemas a sus familias, se convierten en herramientas de intriga en manos de individuos listos, y por lo general realizan un mal trabajo al criar generaciones más jóvenes. […]

Sin embargo, el rol ponerogénico puede adquirir proporciones macro-sociales si su actitud hacia la realidad humana y su tendencia a inventar grandes doctrinas son volcadas en un papel y duplicadas en grandes ediciones.

A pesar de sus déficits, y hasta de una declaración Esquizoidal abierta, sus lectores no se dan cuenta de cómo son las personalidades de los autores, y tienden a interpretar tales obras de una manera que corresponde a su propia naturaleza. Las mentes de gente normal tienden hacia una interpretación correctiva gracias a la participación de su propia y más rica visión psicológica del mundo. No obstante, muchos lectores rechazan tales obras con indignación moral pero sin ser conscientes de la causa específica. Un análisis del papel jugado por las obras de Karl Marx revela fácilmente todos los tipos de apercepción mencionados más arriba y las reacciones sociales que engendraron separaciones entre la gente.


Psicopatía de base

Llegamos ahora a la patología más importante: la psicopatía. La psicopatía no es tan fácil de reconocer como mucha gente cree. El problema es que el término “psicópata” pasó a ser comúnmente aplicado por el público (debido a la influencia de los medios) a asesinos patentes y obviamente locos de atar. También existe cierta confusión en lo que concierne a la psicopatía con respecto al “desorden antisocial de la personalidad.”

Palabras agradables, ¿no? Suenan tan limpias y clínicas; tan simple como una persona que es “antisocial.” Casi sugiere que es un ermita que nunca molesta a nadie. Pero nada podría estar más alejado de la verdad. Robert Hare, el actual gurú estadounidense de la psicopatía escribe lo siguiente acerca de este problema de terminología:


Tradicionalmente, rasgos afectivos e interpersonales tales como la egocentrismo, la ilusión, el afecto superficial, el poder de manipulación, el egoísmo, la carencia de empatía, la culpa o el remordimiento, han jugado un papel central en la conceptualización y el diagnóstico de la psicopatía (Cleckley; Hare 1993;obras publicadas); Widiger y Corbitt). En 1980 esta tradición se rompió con la publicación del DSM-III. La psicopatía – renombrada como desorden antisocial de la personalidad – pasó a ser definida como violaciones persistentes de normas sociales, incluyendo el hecho de mentir, robar, ausentarse de la escuela, tener una conducta inconsistente en el trabajo y ser detenido por tráfico.

Dentro de las razones que fueron dadas para este cambio dramático alejándose del uso de inferencias clínicas, se dijo que los rasgos de la personalidad son difíciles de medir formalmente, y que es más fácil ponerse de acuerdo sobre los comportamientos que tipifican a un desorden que sobre las razones por las cuales éstos ocurren. El resultado fue una categoría diagnóstica bastante confiable pero de validez dudosa, una categoría a la cual la faltaba congruencia con otras concepciones bien establecidas de la psicopatía. […]

Los problemas con el DSM-III y su revisión en 1987 (DSM-III-R) fueron ampliamente discutidos en los textos de investigación (Widiger y Corbitt). Una buena parte del debate concernía la ausencia de rasgos de la personalidad en el diagnóstico de los DPAS, una omisión que permitió que individuos antisociales con personalidades, actitudes y motivaciones completamente distintas, compartieran el mismo diagnóstico. Al mismo tiempo, aumentaban las pruebas de que los criterios del DPAS, definían a un desorden que era más un artefacto que algo “real” (Livesley y Schroeder). […]

La mayoría de los psicópatas (a excepción de aquellos que de alguna manera han podido abrirse un camino en la vida sin entrar en contacto formal ni prolongado con el sistema de justicia criminal) cumplen con los criterios del DPAS, pero la mayoría de los individuos con DPAS no son psicópatas. […]

Las diferencias entre la psicopatía y el DPAS son subrayados aún más por investigaciones recientes de laboratorio integrando el procesamiento y el uso de información lingüística y emocional. Los psicópatas difieren drásticamente de los no-psicópatas en la ejecución de una variedad de tareas cognitivas y afectivas. Comparados a los individuos normales, por ejemplo, los psicópatas son menos capaces de procesar o emplear los significados semánticos profundos del lenguaje y de apreciar el significado emocional de acontecimientos y experiencias (Larbig y otros; Patrick; Williamson y otros). […]

Las cosas se vuelven aún más problemáticas cuando consideramos que el texto descriptivo del DPAS DSM-IV (en el que se dice que también es llamado psicopatía) contiene muchas referencias a las características tradicionales de la psicopatía. […]

El fracaso al diferenciar la psicopatía del DPAS puede traer graves consecuencias a los médicos clínicos y a la sociedad. Por ejemplo, una gran parte de las jurisdicciones consideran que la psicopatía es un factor agravante, más que aliviante para determinar la responsabilidad criminal. En algunos estados, es probable que un ofensor declarado culpable de un asesinato en primer grado y diagnosticado como psicópata sea condenado a la pena de muerte basándose en la idea de que los psicópatas son gente de sangre fría, sin remordimientos, intratables y casi siempre capaces de volver a cometer una ofensa. Pero muchos de los asesinos en la fila de la muerte eran, y continúan siendo, tratados por error de psicópatas según los criterios del DSM-II, el DSM-III-R o el DSM-IV para el DPAS (Meloy). No sabemos cuántos de estos habitantes de la fila de la muerte exhiben efectivamente la estructura de la personalidad del psicópata, ni cuántos simplemente cumplen con los criterios del DPAS, un desorden que se aplica a la mayoría de los criminales y que sólo tiene implicaciones tenues en la posibilidad de tratamiento y la probabilidad de una nueva ofensa violenta. Si el diagnóstico de la psicopatía trae consecuencias de pena de muerte – o de cualquier otra disposición grave, tales como una sentencia vaga de una responsabilidad civil – los médicos clínicos que realizan los diagnósticos deberían asegurarse de no estar confundiendo el DPAS con la psicopatía. […]

Una confusión en el diagnóstico de los dos desórdenes tiene el potencial para dañar a pacientes psiquiátricos y a la sociedad también.

En mi libro, Sin Consciencia (Without Consciente), sugerí que vivimos en una “sociedad de camuflaje,” una sociedad en la cual algunos rasgos de psicopatía – egocentrismo, falta de preocupación por los demás, superficialidad, estilo por encima de la sustancia, el ser “cool,” la manipulación y demás – son cada vez más tolerados y hasta valorados. Con respecto al tema de este artículo, es fácil ver cómo se pueden mezclar fácilmente tanto a los psicópatas como a aquellos que presentan un DPAS con grupos que contienen valores antisociales o criminales. Es más difícil imaginar cómo aquellos con un DPAS podrían esconderse entre segmentos más prosociales de la sociedad. Sin embargo, a los psicópatas no les es muy difícil infiltrarse en esferas de negocios, política, derecho, en el sistema judicial, el gobierno, el sistema académico y otras estructuras sociales (Babiak). Son los psicópatas egocéntricos, de sangre fría y sin remordimientos lo que se mezclan en todos los aspectos de la sociedad y que tienen impactos tan devastadores en la gente que los rodea, que provocan escalofríos a los oficiales de las fuerzas judiciales. [Hare, Robert D. Psicopatía y Desorden Antisocial de la Personalidad: Un caso de confusión de diagnóstico (Psychopathy and Antisocial Personality Disorder: A Case of Diagnostic Confusion), Psychiatric Times, Febrero del 1996: Vol. XIII número 2]


En lo que concierne la psicopatía de base, Lobaczewski nos dice:

Caractericemos a otra anomalía transmitida por herencia cuyo rol en los procesos ponerogénicos en cualquier escala social parece ser excepcionalmente importante. Debemos aclarar que la necesidad de aislar a este fenómeno y de examinarlo en detalle se volvió más evidente para aquellos investigadores que se interesaban en la escala macrosocial de la génesis del mal porque la habían presenciado. Reconozco mi deuda para con Kasimir Dabrowski por haber realizado esto y por haber llamado a esta anomalía “psicopatía de base.”

Hablando en términos de biología, el fenómeno es similar al de la ceguera al color y ocurre con una frecuencia similar (apenas por encima del 0,5 por ciento) excepto por el hecho de que, contrariamente a la ceguera al color, éste afecta a ambos sexos.


Aquí Lobaczewski sugiere una frecuencia de ocurrencia ligeramente menor para la psicopatía de base. Sin embargo, también menciona al 1,15 por ciento de su población total de 5000 sujetos que no demostraron ninguna patología abiertamente identificable, excepto porque realizaban acciones que causaban daño a otra gente sin ninguna razón que se pudiera explicar. Si tenemos en cuenta lo que el Dr. Hare ha escrito más arriba, acerca de que a los psicópatas no les es muy difícil infiltrarse en las esferas de los negocios, política, en el sistema jurídico, el gobierno, el sistema académico y otras estructuras sociales, debemos hacer la siguiente pregunta:¿es posible que el 1,15 por ciento “hacedores del mal” no identificados de Lobaczewski fuesen este tipo de psicópatas? Tal como él lo señala, podrían muy bien haber sido los criterios los que faltaban y si hubiera utilizado la lista de características de la psicopatía de Hare, este grupo podría muy bien haber sido identificado como psicópatas. El punto que quisiera formular es que la cantidad de individuos psicopáticos que es posible encontrar en cualquier muestra de corte transversal de la sociedad puede ser mucho mayor del que sospechamos. Lobaczewski sugiere que la ocurrencia de la psicopatía es aproximadamente igual a la de la ceguera al color: 0,5 por ciento. Pero si Usted suma la cifra 1,15 que no pudo identificar, el número real en su población puede llegar a estar más cerca del 1,65 por ciento.

Recordemos que la psicóloga egresada de Harvard, Martha Stout sostiene que el 4 por ciento de la “gente normal” (una de cada 25) a menudo presenta un “desorden mental no detectado, cuyo síntoma principal es que la persona no posee consciencia alguna. Él/ella no tiene ninguna capacidad para sentir vergüenza, culpa o remordimiento… Pueden hacer literalmente cualquier cosa sin sentir culpa en lo absoluto.”

Esto encaja sorpresivamente con la descripción de la psicopatía de Hare, aunque estamos tratando obviamente con un espectro entero de manifestaciones, así como lo enfatiza la Dra. Stout, sin mencionar la diferencia entre las patologías que son mecánicas, es decir los daños cerebrales, y las patologías que son hereditarias. Si sumamos la cifra 4 por ciento de gente “normal” no detectada de Stout, al 0,5 por ciento de Lobaczwezski, y a eso le añadimos el 1,15 por ciento de la gente que ha hecho daño a otros sin ninguna patología evidente, entonces obtenemos la cifra 5,65 por ciento – casi el 6 por ciento de la población. Mis matemáticas pueden fallar, pero me recuerdan lo que Lobaczewski escribió acerca de la influencia del “adoctrinamiento” de sus pares.

Fue relativamente fácil determinar los ambientes y el origen de la gente que sucumbió a este proceso, que luego llamé “transpersonificación”. Provenían de todos los grupos sociales, incluyendo aristócratas y familias fervientemente religiosas, y provocaban una ruptura en la solidaridad estudiantil del orden de aproximadamente un 6%. […]

Mismo en ese momento, no teníamos duda alguna acerca de la naturaleza patológica de este proceso de “transpersonificación”, el cual transcurría de manera similar pero no idénticamente en todos los casos. La duración de los resultados de este fenómeno también variaba. Algunas de estas personas se convirtieron luego en fanáticos. Otros más tarde tomaron ventaja de las distintas circunstancias para retirarse y restablecer los vínculos perdidos con la sociedad normal. Fueron remplazados. El único valor constante de este nuevo sistema social era el mágico número 6%.

Esto es algo interesante, esta cifra. No tengo ninguna explicación para esto porque estamos hablando ciertamente de muchos factores y no de una simple patología. ¿Quizás haya algo más detrás de este problema de lo que cualquiera haya descubierto hasta ahora?


Si continuamos con la visión ponerológica de la psicopatía de Lobaczewski:

La extensión de su intensidad también varía, yendo de un nivel apenas perceptible para un observador experimentado hasta una deficiencia patológica obvia. De un modo similar al de la ceguera al color, esta anomalía también parece representar una falla en la transformación de estímulos, aunque no ocurre a nivel sensorial sino instintivo. Algunos psiquiatras de la vieja escuela llamaban a tales individuos “daltónicos de los sentimientos humanos y de valores socio-morales.”

El cuadro psicológico muestra un déficit claro solamente entre hombres; entre las mujeres por lo general se ve atenuado, como por efecto del segundo alelo normal. Esto sugiere que la anomalía también es heredada vía el cromosoma X pero a través de un gen semi-dominante. No obstante, el autor fue incapaz de confirmar esto excluyendo la herencia de padre a hijo.


Aquí es interesante especular sobre el hecho de que George Bush puede haber heredado su psicopatía de su mamá, Barbara.


Un análisis del modo de vivir experiencias que demostraron estos individuos nos llevó a concluir que un sustrato instintivo también es defectuoso, y que contiene algunos huecos y falta de respuestas naturales sintónicas evidenciadas comúnmente por miembros de la especie Homo sapiens. […]

Nuestro mundo conceptual lógico golpea por lo tanto a tales personas como una convención incomprensible sin justificación alguna en su experiencia psicológica personal. Piensan que las costumbres humanas normales y los principios de decencia son una convención extranjera inventada e impuesta por alguien (“probablemente por curas”) tonto, oneroso, a veces ridículo. Al mismo tiempo, sin embargo, perciben fácilmente las deficiencias y las debilidades de nuestro lenguaje normal de conceptos psicológicos y morales de una manera ciertamente reminisciente de la actitud de un psicólogo contemporáneo – sólo que en una caricatura.

La inteligencia promedio de individuos con la desviación mencionada anteriormente, especialmente si se los mide a través de los tests comúnmente usados, es de alguna manera inferior a la de la gente normal, aunque coloreada en forma similar. Sin embargo, este grupo no contiene ejemplos de la inteligencia más elevada, ni se encuentran talentos técnicos o artesanos entre ellos. Los miembros más dotados de este tipo pueden por lo tanto llegar a tener éxito en aquellas ciencias que no requieren de una visión humanística del mundo ni de habilidades prácticas. Cada vez que intentamos construir exámenes especiales para medir “la sabiduría de la vida” o “la imaginación socio-moral”, aunque las dificultades de la evaluación psicométrica sean tomadas en cuenta, los individuos de este tipo indican un déficit desproporcionado en su Coeficiente Intelectual personal.

A pesar de sus deficiencias en lo que concierne el conocimiento psicológico y moral normal, desarrollan o tienen a su disposición un conocimiento que les es propio, algo que le falta a la gente con una visión lógica del mundo.

Desde la infancia aprenden a reconocerse mutuamente en la multitud, y desarrollan una consciencia de la existencia de otros individuos similares a ellos.

También se vuelven conscientes de que son diferentes del mundo de esa otra gente que los rodea. Nos ven desde una cierta distancia, toman una variedad paraespecífica.

Reacciones humanas naturales – las cuales por lo general no despiertan el interés ya que son consideradas de por sí como evidentes – llaman la atención a los psicópatas como algo extraño y por lo tanto interesante, y hasta cómico. Entonces nos observan, derivando conclusiones, formando su propio mundo de conceptos.

Se convierten en expertos de nuestra debilidad y a veces efectúan experimentos desalmados sobre nosotros… Ni una persona normal ni nuestra visión natural del mundo pueden percibir o evaluar adecuadamente la existencia de este mundo de conceptos diferentes.

Un investigador de estos fenómenos puede recoger un conocimiento pervertido similar a lo largo de largos estudios de las personalidades de tal gente, usándolo con algunas dificultades, como una lengua extranjera. … [El psicópata] nunca será capaz de incorporar la visión del mundo de una persona normal, si bien a menudo intenta hacerlo durante toda la vida. El producto de sus esfuerzos es sólo un papel y una máscara detrás de la cual ocultan su realidad anormal.

Otro mito y rol – si bien contiene un grano de verdad – podría ser la mente brillante del psicópata o el genio psicológico; algunos de ellos de verdad creen en esto e intentan insinuar su creencia a los demás. Hablando de la máscara de normalidad psicológica utilizada por tales individuos (y por gente con desviaciones similares en menor grado), deberíamos mencionar el libro La Máscara de la Cordura (The Mask of Sanity); el autor, Hervey Cleckley, convirtió a este fenómeno en el quid de sus reflexiones:

Cabe recordar que su comportamiento típico derrota a lo que parecieran ser sus objetivos propios. ¿No es acaso él mismo quien se miente más profundamente con su normalidad aparente? A pesar de que miente a propósito a los demás y que es bastante consciente de sus mentiras, parece incapaz de distinguir de manera adecuada entre sus propias pseudointenciones, pseudoremordimiento y pseudoamor, y las respuestas genuinas de una persona normal. Su falta monumental de perspicacia indica lo poco que él aprecia la naturaleza de su desorden. Cuando otros no pueden aceptar inmediatamente su “palabra de honor digna de un caballero,” su asombro, creo, es por lo general genuino. No utilizo aquí el término genuino para calificar las intenciones del psicópata sino para calificar su asombro. Su experiencia subjetiva está tan blanqueada de emociones profundas que el sujeto es invencible en su ignorancia acerca de lo que la vida significa para los demás.

Su consciencia de lo opuesto de la hipocresía es tan teórica de manera insustancial que su puede llegar a cuestionar si eso a lo que nosotros nos referimos principalmente al hablar de hipocresía puede atribuírsele a él o no. Dado que no tiene valores mayores, ¿puede decirse que se da cuenta correctamente de la naturaleza y la calidad de las atrocidades que su conducta inflige sobre otros? La madre de un niño pequeño que no tiene ningún recuerdo impresionante de una pena muy grande puede haberle dicho que está mal cortarle la cola al perro. Aún sabiendo que eso está mal puede que proceda con la operación. No necesitamos absolverlo totalmente de su responsabilidad si decimos que se dio menos cuenta de lo que hizo que un adulto quien, teniendo una apreciación completa de la agonía física, utiliza un cuchillo de esa manera. ¿Puede una persona experimentar los niveles más profundos de pena sin poseer un conocimiento considerable de la felicidad? ¿Puede alcanzar una intención malvada en todo sentido sin una verdadera consciencia de lo opuesto al mal? No tengo una respuesta definitiva para esta pregunta. [Clekley]

Todos los investigadores en psicopatía subrayan tres cualidades en lo que concierne fundamentalmente a esta variedad más típica: la ausencia del sentimiento de culpa por acciones antisociales, la incapacidad de amar verdaderamente, y la tendencia a ser charlatanes de una manera que fácilmente desvía de la realidad.

Un paciente neurótico por lo general es taciturno y le cuesta explicar lo que más le duele. […] Estos pacientes son capaces de un amor decente y duradero, si bien les cuesta expresarlo o cumplir sus sueños. La conducta de un psicópata constituye el antípodo de dichos fenómenos y dificultades.

Nuestro primer contacto [con el psicópata] se caracteriza por una corriente locuaz que fluye fácilmente y evita temas verdaderamente importantes con la misma facilidad si éstos le son incómodos al locutor. Su tren de pensamiento también evita aquellos temas que tratan de sentimientos humanos y de valores cuya representación está ausente en la visión psicopática del mundo. […] Desde un punto de vista lógico, el fluir del pensamiento es ostensivamente correcto…

Virtualmente [Los psicópatas] no están familiarizados con las emociones de amor duradero hacia otra persona… Eso constituye un cuento de hadas de “otro” mundo humano. [Para el psicópata] el amor es un fenómeno efímero apuntado hacia la aventura sexual. Sin embargo, el psicópata es capaz de actuar el papel del amante lo suficientemente bien como para que sus parejas lo acepten de buena fe. [Las enseñanzas morales] también los sorprenden como cuentos de hadas, buenos sólo para los niños y para aquellos “otros” diferentes. […]

El mundo de gente normal a quienes hieren les es incomprensible y hostil. […] [Para el psicópata la vida] es la búsqueda de sus atracciones, placer y poder inmediatos. Se encuentran con fracasos a lo largo de su camino, junto con una fuerza y reprobación por parte de la sociedad de aquella otra gente incomprensible.


Se debería enfatizar el hecho de que los psicópatas por lo general son interesantes – ¡y hasta apasionantes! Exudan una energía seductora que deja boquiabiertos a los que lo escuchan. Aunque algo en la persona normal se sorprenda o sienta rechazo por lo que el psicópata está diciendo, son como el ratón hipnotizado por el gato torturador. Aunque tienen la posibilidad de echar a correr, no lo hacen. Muchos psicópatas “se ganan la vida” usando el encanto, el engaño y la manipulación para ganar la confianza de sus víctimas. Se pueden encontrar muchos gerentes así, ayudados en su maldad por el hecho de que la mayoría de la gente espera de una cierta clase de gente que sea confiable dadas sus credenciales sociales o profesionales. Abogados, doctores, maestros, políticos, psiquiatras y psicólogos, a menudo no tienen que ganarse nuestra confianza porque ya la tienen en virtud de su posición. ¡Pero el hecho es que los psicópatas también se encuentran en esferas elevadas!

Al mismo tiempo, los psicópatas son buenos impostores. No dudan ni por un momento en falsificar ni en utilizar descaradamente credenciales impresionantes para adoptar roles profesionales que les traigan prestigio y poder. Escogen profesiones en las cuales los requisitos son fáciles de falsificar, la jerga es fácil de aprender, y en donde es poco probable que las credenciales sean chequeadas con detenimiento. A los psicópatas les es extremadamente fácil posar como asesores comerciales, ministros, consejeros psicológicos y psicólogos. Y éste es un pensamiento que da miedo.

Los psicópatas se abren el camino estafando a gente para que haga cosas para ellos; obteniendo así dinero de ellos, prestigio, poder, y hasta enviándolos al frente cuando otros intentan exponerlos. Pero es así como reivindican la fama. Eso es lo que hacen. Y lo hacen muy bien. Más aún, el trabajo es muy fácil porque la mayoría de la gente es crédula con una creencia inquebrantable en la bondad inherente de un hombre la cual, me gustaría añadir, ha sido programada por psicópatas en la gente normal.

Volviendo a la obra de Lobaczewski, luego pasa a darnos las pistas más importantes acerca de cómo y porqué una conspiración global puede y de hecho existe en nuestro planeta, si bien seguramente no sea una conspiración en el sentido que normalmente se le da a esa palabra. Uno podría hasta llegar a decir que dichas conspiraciones nacen simplemente como resultado natural de la división imposible de resolver entre la gente normal y la anormal. En cierto sentido, el entender la visión que el psicópata tiene de la “gente normal,” que son “otros” y hasta “extraños,” nos ayuda a darnos cuenta de cómo tales conspiraciones pueden ser tan “secretas” – si bien esa no es la palabra precisa que nos gustaría emplear. Aunque diferentes grupos ponerológicos se opongan entre ellos mismos, seguirán excluyendo a la “gente normal” de sus confidentes. Es sólo la gente “normal” que haya sido inducida dentro de sus redes la que provee los “filtros.” Lobaczewski describe esto de la manera siguiente:


En cualquier sociedad de este mundo, individuos psicopáticos y algunos de los otros pervertidos crean una red ponerogénicamente activa de conspiraciones en común, parcialmente enajenadas de la comunidad de gente normal. Un cierto rol inspirador de la psicopatía de base en esta red también parece ser un fenómeno corriente.

Son conscientes de que son diferentes a medida que obtienen su experiencia de vida y que se familiarizan con las distintas maneras de luchar por sus objetivos. Su mundo está dividido para siempre en “nosotros y ellos” – su mundo con sus propias leyes y costumbres y ese otro mundo extraño lleno de ideas descaradas y de costumbres a la luz de las cuales ellos son condenados moralmente.

Su “sentido del honor” los invita a engañar y a injuriar a ese otro mundo humano y a sus valores. En contradicción con las costumbres de la gente normal, ellos sienten que la falta de cumplimiento de sus promesas y obligaciones es un comportamiento habitual.

También aprenden cómo sus personalidades pueden llegar a tener efectos traumatizantes en las personalidades de esa gente normal, y cómo sacar ventaja de esta raíz del terror con el propósito de alcanzar sus objetivos.

Esta dicotomía es permanente y no desaparece ni siquiera si ellos logran hacer realidad sus sueños de ganar el poder por encima la sociedad de gente normal. Esto demuestra que la separación está condicionada biológicamente.

En ésta gente un sueño emerge como una cierta Utopía juvenil de un mundo “feliz” y de un sistema social que no los rechazaría ni los forzaría a someterse a las leyes y costumbres cuyo significado les es incomprensible. Sueñan con un mundo en el cual su manera simple y radical de experimentar y percibir la realidad [es decir, mintiendo, engañando, destruyendo, usando a otros, etc.] dominaría, en donde se les aseguraría, por supuesto, la seguridad y la prosperidad. Esos “otros” – diferentes pero también más capacitados técnicamente – deberían ser puestos a trabajar para lograr este objetivo. “Nosotros”, después de todo, crearemos un Nuevo gobierno, uno de justicia [para los psicópatas]. Están preparados para luchar y sufrir por el bien de dicho mundo tan valiente, y también por supuesto, para infligir sufrimiento en los demás. Tal visión justifica matar a gente cuyo sufrimiento no los conmueve porque “ellos” no son lo suficientemente conespecíficos.


Y hete aquí: Lobaczewski ha dicho sin reserva que los psicópatas – desde una cierta perspectiva – son un tipo diferente de seres humanos, un tipo que es consciente de su deficiencia desde la infancia. Una esto a su afirmación de que tales individuos reconocen a los de su mismo tipo, y consideran a la gente normal como completamente “otra”, y podemos empezar a comprender porqué y cómo las conspiraciones pueden existir y existen entre los individuos. Se juntan, con visiones similares del mundo, como grasa flotando en un bol de sopa. Cuando alguno de ellos comienza a despotricar, otros como ellos – u otros con daños cerebrales que los hacen susceptibles – “acuden a la llamada,” por así decirlo. Y lo que es más, saben esto y cómo funciona.

Hablando de redes de trabajo, necesitamos observar con más detenimiento cómo los psicópatas afectan a otros seres humanos a quienes usan para crear las bases para su mandato en una dinámica macro-social. Esto resalta el hecho de que la falta de conocimiento psicológico entre el público en general, sin mencionar la neurosis general de la mayoría de la gente, los hace vulnerables a dichos predadores.


Lobaczewski: subordinando a una persona normal a individuos psicológicamente anormales tiene un efecto deformante en su personalidad: esto engendra trauma y neurosis. Esto se lleva a cabo de una manera que por lo general evade controles conscientes suficientes. [Lobos en ropa de oveja (Wolves in Sheep’s Clothing)] Dicha situación priva a la persona de sus derechos naturales a aplicar su propia higiene mental, a desarrollar una personalidad lo suficientemente autónoma, y a utilizar su sentido común. A la luz de la ley natural, esto constituye por lo tanto una especie de ilegalidad la cual puede aparecer en cualquier escala social si bien no se lo menciona en ningún código legal.


El psicólogo George Simon, citado anteriormente, discute sobre aquello a lo que él se refiere al hablar de “personalidades agresivas secretas” las cuales, al leer este libro, resultan ser elementos del espectro de la psicopatía. Escribe:

A las personalidades agresivas nos les gusta que nadie los empuje a hacer lo que no quieren hacer o les impida hacer lo que quieren hacer. “No” no es nunca una respuesta que acepten.

[En algunos casos], si observan algún beneficio en la auto-restricción, pueden internalizar inhibiciones [y volverse agresivos en secreto].

Absteniéndose de cualquier acto patente de hostilidad hacia los demás, logran convencerse a ellos mismos y a otros que no son la gente despiadada que son. Puede ser que observen la letra de una ley y que violen su espíritu fácilmente. Pueden exhibir limitaciones conductuales cuando esto entra dentro de sus mayores intereses, pero resisten a someterse verdaderamente a cualquier autoridad más elevada o a cualquier serie de principios. [Están] esforzándose principalmente por disimular frente a los otros sus verdaderas intenciones y sus agendas agresivas. Es posible que se comporten civilizada y adecuadamente cuando se los escruta de cerca o que son vulnerables. Pero cuando creen que son inmunes a la detención, [harán todo lo que se les antoje.]

Tratar con personalidades agresivas secretas es como un traumatismo cerebral. A menudo, Usted no sabe realmente lo que lo ha golpeado hasta mucho después de que el daño haya sido ocasionado. …

Los agresivos en secreto son por lo general tan expertos en explorar la fragilidad y las inseguridades emocionales de los demás que casi cualquier persona puede ser engañada. …

Los agresivos en secreto explotan situaciones en las cuales son muy conscientes de la vulnerabilidad de su presa. Por lo general son muy selectivos en cuando a la gente con quien se asocian o trabajan. Son especialmente expertos en encontrar y mantener a otros en una posición inferior. Disfrutan estar ubicados en posiciones de poder sobre los demás. Por mi experiencia puedo decir que la manera en que una persona usa el poder es la prueba más confiable de su carácter… [Simon, Op. Cit.]


Ahora, imagine tan sólo que casi una de cada 25 personas mencionadas por Martha Stout: “El vecino sociópata,” es precisamente la que busca y logra posiciones de poder y autoridad en cualquier área de esfuerzo en donde de pueda obtener poder, y comienza a entender lo verdaderamente dañino que esto puede resultar ser para la sociedad entera. Imagínese a maestros de escuela “agresivos en secreto” con poder sobre los niños. Imagine doctores, psicólogos, “ministros de la fe” y políticos en tales cargos.

Al entender esto, comenzamos a tener una idea aún mejor de cómo los psicópatas pueden conspirar y de hecho salirse con la suya: en una sociedad en donde el mal no es estudiado ni entendido, fácilmente “alcanzan la cima” y proceden a condicionar a la gente normal para aceptar su dominio, para aceptar sus mentiras sin cuestionar. Como notamos al principio de esta sección, Lobaczewski dijo:

Largos períodos de preocupación por sí mismo y por “acumular beneficios” par sí mismos, disminuye la capacidad para leer exactamente lo que los rodea y a los demás. […] Es esta característica, esta histerización de la sociedad, lo que permite a conspiradores patológicos, a serpientes encantadoras y a otras personas con desviaciones primitivas actuar como factores esenciales en los procesos de origen del mal en una escala macrosocial.

Vemos exactamente este mismo modelo de desarrollo social en los Estados Unidos en los últimos 50 o 60 años o más. El hecho es que mucha gente que puede haber nacido “normal” se ha convertido en lo que se podría llamar “psicópatas secundarios” o caracterópatas, a causa de la influencia de la psicopatía en la cultura estadounidense en muchas áreas – incluyendo a la ciencia, la medicina, la psicología, el derecho, etc.- ¡En donde son conscientes de lo que están haciéndole a la gente “normal”!


Lobaczewski: Ya hemos discutido acerca de la naturaleza de algunas personalidades patológicas – caracteropatías – que pueden crearse a raíz del contacto de un individuo o una persona con una gran deformación de la personalidad. La psicopatía de base tiene efectos excepcionalmente intensos de esta manera. Algo misterioso roe dentro de la personalidad de un individuo a la merced del psicópata, y lucha como un demonio. Sus emociones se congelan, se reprime su sentido de la realidad psicológica. Esto conduce a la falta de criterios de pensamiento y a una sensación de impotencia que culmina en reacciones depresivas, las cuales pueden ser tan graves que a veces los psiquiatras cometen errores en el diagnóstico y las clasifican como psicosis de un tipo maníaco-depresivo. Mucha gente también se revela mucho antes y comienza a intentar buscar alguna salida para liberarse de tal influencia.

Al psicópata le parece fácilmente que una estructura social dominada por gente normal y por su mundo conceptual es un “sistema de fuerza y opresión”. Si sucede que la verdadera justicia existe en realidad en esta sociedad dada, sentimientos patológicos de injusticia y declaraciones subjetivas pueden resonar entre aquellos que verdaderamente han sido tratados injustamente. Doctrinas revolucionarias pueden entonces encontrar la aprobación dentro de ambos grupos, si bien sus motivaciones serán en realidad bastante diferentes.

La presencia de bacterias patógenas en nuestro ambiente es un fenómeno corriente; no obstante, no es el único factor decisivo para que un individuo o una sociedad se enfermen. En forma similar, los factores psicopatológicos solos no deciden la difusión del mal. […] 34

Otras Psicopatías

También podemos incluir dentro de las categorías de la psicopatía a una serie de algún modo indeterminada de anomalías con sustrato hereditario…

También nos encontramos con individuos difíciles con una tendencia a comportarse de una manera hiriente para los demás, en quienes los análisis no indican ningún daño existente en el tejido cerebral y en quienes no se encuentra ningún indicio de un contexto anormal durante la crianza. El hecho de que dichos casos se repiten dentro de las familias podría sugerir un sustrato hereditario. […]

Dicha gente intenta también enmascarar su mundo de experiencia distinto y actuar el papel de gente normal en varios grados… Esta gente participa en la génesis del mal de maneras muy distintas, ya sea formando parte de él públicamente o en menor grado, una vez que han logrado adaptarse a la forma de vida adecuada. Estas psicopatías y fenómenos relacionados pueden, hablando cuantitativamente, ser estimadas sumariamente a dos o tres veces más que el número de casos de psicopatía de base, es decir, a menos del dos por ciento de la población.


Aquí me gustaría comentar el hecho de que, si especulamos sobre el hecho de que el verdadero número de psicópatas se encuentra alrededor del 6 por ciento – o hasta del 4 por ciento como afirma Stout – esta otra “gente” de quien está hablando Lobaczewski sería de una frecuencia del 12 al 18 por ciento de la población. Esto significaría que el número total de psicópatas más los “casi psicópatas” sería del 16 al 24 por ciento de la población total. Si embargo, es obvio que el despliegue estadístico puede ser diferente en distintos países y en épocas diferentes. Observaremos este resultado más adelante.


Lobaczewski: A este tipo de persona se le hace más fácil ajustarse a la vida social. En especial los casos menores se adaptan a las exigencias de la sociedad de la gente normal, aprovechándose de su entender de las artes y tradiciones similares. Su creatividad literaria por lo general es perturbadora si se la concibe sólo dentro de categorías de ideas; insinúan a sus lectores que su mundo conceptual y sus experiencias son evidentes de por sí, también contiene de hecho deformidades características.

El tipo más frecuentemente indicado y conocido es el del psicópata asténico que aparece en cualquier intensidad que se pueda concebir, desde una deficiencia patológica casi imperceptible hasta una obvia. Esta gente, asténica e hipersensible, no indica el mismo déficit evidente en el sentimiento moral y la capacidad de sentir una situación psicológica tal y como aparece en la psicopatía de base. Ellos son de algún modo idealistas y tienen tendencia a sentir unas puntadas superficiales de consciencia como resultado de su comportamiento defectuoso. En promedio, también son menos inteligentes que la gente normal, y su mente evita la coherencia y la exactitud en el razonamiento. Su visión psicológica del mundo está claramente falsificada, por lo que nunca se les puede tener confianza en sus opciones acerca de la gente. Una especie de máscara envuelve al mundo de sus aspiraciones personales, el cual está en desacuerdo con las oficiales y exigidas por la situación. Su comportamiento para con la gente que no se da cuenta de sus fallos es urbano, y hasta amistoso. No obstante, la misma gente manifiesta una hostilidad preventiva y una agresión en contra de las personas con talento para la psicología o con un conocimiento adecuado en esta área.

Son relativamente menos vitales a nivel sexual, y por lo tanto susceptibles de aceptar el celibato; Es por eso que algunos monjes católicos y curas representan por lo general mayores o menores casos de esta anomalía. Constituyen el factor principal que inspiró la actitud tradicional antipsicológica del pensamiento de la Iglesia.

Los casos más graves son aún más brutalmente antipsicológicos y despectivos de la gente normal; tienden a ser activos en los procesos de la génesis del mal en una mayor escala. A sus sueños no les falta un cierto idealismo similar a las ideas de la gente normal. Les gustaría reformar el mundo a su antojo pero son incapaces de prever implicaciones y resultados de mayor alcance. Saborizadas con desviación, sus visiones pueden llegar a influenciar a rebeldes inocentes que realmente han sufrido una injusticia. La injusticia social existente puede llegar a parecer una justificación para una visión del mundo radicalizada y para la asimilación de tales visiones.


El siguiente es un ejemplo, dado por Lobaczewski, del modelo de pensamiento de una persona quien parece ser un caso típico y grave de la psicopatía asténica:

“Si tuviera que recomenzar mi vida desde el principio, haría exactamente lo mismo: es una necesidad orgánica, no los dictados del deber. Hay una cosa que me hace seguir y que me incita a estar tranquilo hasta cuando las cosas son tan tristes. Esto es un destino inevitable para la gente. Las condiciones van a cambiar y el mal va a dejar de reinar, y el hombre va a ser hermano del hombre, no un lobo como es el caso hoy. Mi paciencia no deriva de mi imaginación, sino más bien de mi visión clara de la causa que hace nacer al mal.”

Estas palabras fueron escritas en la cárcel, el 15 de Diciembre del 1913 por Felix Dzierzhynski, (1877-1926), a quien se conoce más como la cabeza de la “Cheka” soviética, o policía soviética de seguridad, la precursora del KGB [5] . Esparciendo miedo en una época de caos, la Cheka fue el instrumento perfecto para la consolidación despiadada de poder de Stalin y para la exterminación de la oposición. Dzierzhynski hizo que Robespierre fuera visto como un cobarde debilucho, siendo realmente responsable del asesinato de millones de personas.


Si alguna vez llegara el momento en el que las “condiciones cambiarán” y que el “mal no gobernará más,” eso ocurriría porque el proceso el en estudio de los fenómenos patológicos y su rol ponerogénico habrán hecho que las sociedades puedan aceptar tranquilamente la existencia de estos fenómenos y entenderlos como categorías de la naturaleza. La visión de una estructura social nueva y justa se podrá luego hacer realidad dentro de la estructura y bajo el control de la gente normal. Una vez reconciliados con el hecho de que los psicópatas son diferentes y que tienen una capacidad limitada para ajustarse socialmente, podríamos crear un sistema de protección permanente contra ellos dentro del marco de la razón y del lenguaje adecuado.


Aquí nos gustaría hacer notar que la gente psicológicamente normal constituye la gran mayoría estadística de los tipos de seres humanos, y que por lo tanto, tal como Lobaczewski lo señala, según la ley de la naturaleza, deberían ser los que marcan el paso; la ley moral está derivada de su naturaleza. El poder debería estar en manos de gente normal.


Para seguir con nuestro propósito, deberíamos también llamar la atención acerca de los tipos de psicopatía con características anormales: éstos fueron aislados desde hace ya mucho tiempo por Brzezicki y aceptados por E. Kretschmer como principalmente característicos de Europa del Este.

Los esquirtoides son individuos vitales, egoístas y poco sensibles que hacen buenos soldados gracias a su resistencia general y psicológica. En tiempos de paz, sin embargo, son incapaces de entender los asuntos más sutiles de la vida o de educar en forma prudente a la generación más joven. Son felices en ambientes primitivos; un ambiente cómodo los vuelve histéricos fácilmente. Prueban ser conservadores rígidos en todas las áreas y alentar a gobiernos de mano dura.

Kretschmer opinaba que esta anomalía era un fenómeno biodinámico causado por la cruza de dos grupos étnicos muy separados, lo que es frecuente en esa área de Europa. Si esto llegara a ser el caso, Norteamérica estaría llena de esquirtoides. Esta anomalía debería ser tomada en consideración si deseamos comprender la historia de Rusia, así como en un menor grado la de Polonia. […]

Estas caracterizaciones recién mencionadas son ejemplos selectos de factores patológicos que participan en procesos ponerogénicos. […] De todos modos, el estado actual del conocimiento en esta área todavía es insuficiente como para producir soluciones prácticas para muchos problemas humanos, y en particular para aquellos presentes en la escala individual y familiar. […]

Algunos profesionales sobresalientes en psicopatología, convencidos de que el hecho de desarrollar una visión calma y suficiente de la realidad humana es imposible sin hallazgos psicopatológicos, tienen por ende lamentablemente razón, una conclusión difícil de aceptar para gente que cree haber alcanzado una visión madura del mundo sin tales estudios onerosos. Los defensores de la visión lógica del mundo tienen de su lado a la tradición, las bellas artes y hasta la filosofía. No se dan cuenta de que en estos tiempos, su manera de comprender preguntas acerca de la vida torna la batalla contra el mal aún más problemática. […]

Al intentar realizar una observación más minuciosa de estos procesos psicológicos y de algunos fenómenos que conducen al hombre o a una nación a herir a otro/a, seleccionemos fenómenos tan característicos como sea posible. Un vez más deberemos convencernos de que la participación de varios factores patológicos en estos procesos constituye la regla, y no la excepción. […]

[N]uestros conceptos sociales, psicológicos y morales, así como nuestras formas naturales de reaccionar, no son adecuados para cada situación conla cual nos vemos confrontados en la vida. Generalmente terminamos hiriendo a alguien si comprometemos nuestros conceptos lógicos y arquetipos reactivos en situaciones que parecen ser apropiadas para nuestra imaginación aunque sean, en verdad, esencialmente distintos. Como regla, dichas situaciones distintas… ocurren porque algún factor patológico difícil de entender ha entrado en juego. El valor práctico de nuestra visión lógica del mundo culmina por lo general allí donde la psicopatología comienza.

La familiarización con esta fragilidad de la naturaleza humana y con la “inocencia” de la persona normal, forma parte del conocimiento específico en muchos individuos psicopáticos. Los hipnotizadores [6] de muchas escuelas hacen el intento de provocar dichas reacciones para-normales en los demás en nombre de sus objetivos específicos, o al servicio de sus ideologías reinantes. El factor patológico difícil de entender está localizado dentro del hipnotizador mismo.

Llamamos egoísmo a la actitud, condicionada subconscientemente como una regla, gracias a la cual le atribuimos un valor excesivo a nuestro reflejo instintivo, a imágenes y hábitos adquiridos desde temprana edad y a una visión individual del mundo. … Un egoísta mide a otra gente según sus propios criterios, tratando como criterios objetivos a sus conceptos y proceder experimental. Le gustaría forzar a otros a sentir y pensar casi del mismo modo que él. Las naciones egoístas poseen el objetivo subconsciente de enseñar o forzar a otras naciones a pensar según sus propias categorías, lo que los vuelve incapaces de comprender a otra gente y naciones o de familiarizarse con los valores de sus culturas.

La crianza adecuada de un niño (y la auto-educación) siempre tiene como propósito el de desegotizar y por lo tanto abrir la mente. […]

El tipo de egoísmo excesivo que obstaculiza el desarrollo humano y que lleva a un falso juicio y a la terrorización de los demás bien merece el título de “Rey de los defectos humanos.” Las dificultades, las peleas, los problemas serios y las reacciones neuróticas brotan de dicho egoísta como zetas después de la lluvia. Las naciones egoístas comienza derrochando dinero y esfuerzo con el propósito de cumplir con objetivos derivados de su razonamiento erróneo y de sus reacciones por demás emocionales. Su incapacidad para reconocer los valores de y las disimilitudes con otras naciones, que derivan de otras tradiciones culturales, conduce a conflictos y a la guerra. […]

Si analizamos el desarrollo de personalidades excesivamente egoístas, encontramos ciertas causas no patológicas, tales como el hecho de haberse criado en un ambiente estrecho y rutinario por demás o por personas menos inteligentes que el niño. No obstante, la razón principal es la contaminación, a través de la inducción psicológica o de personas histéricas quienes han desarrollado esta característica bajo la influencia de diversas causas patológicas. …

Mucha gente con diversas desviaciones hereditarias y con defectos adquiridos desarrolla un egoísmo patológico. Para dichas personas, el forzar a otros en su entorno, a grupos sociales enteros y, si es posible, a naciones enteras, a sentir y pensar como ellos mismos se convierte en una necesidad interna, un concepto dominante. Un resultado que una persona normal no tomaría en serio se convierte en un objetivo de vida para ellos, en el objeto de esfuerzo, sacrificios, y de una estrategia psicológica ingeniosa. El egoísmo patológico deriva del hecho de reprimir del campo de la consciencia propia cualquier tipo de asociación autocrítica objetable que se refiera a su propia naturaleza y normalidad. Preguntas dramáticas como “¿quién es anormal aquí, yo o este mundo de gente que siente y piensa diferente?” son respondidas en desaprobación del mundo. Dicho egoísmo siempre está relacionado con una actitud de disimulo, con una máscara a lo Cleckley o alguna otra cualidad patológica que está siendo escondida de la consciencia, tanto la propia como la de los demás. […]

La importancia de la contribución por parte de este tipo de egoísmo a la génesis del mal casi no necesita ser elaborada. Es fundamentalmente un recurso social, que vuelve egoísta y trauma a otros, lo que causa en retorno más dificultades aún. El egoísmo patológico es un componente constante de una paleta de estados dentro de los cuales alguien que aparenta ser normal (aunque en verdad no lo es demasiado) es impulsado por sus motivaciones o batallas por conseguir objetivos que una persona normal considera irrealistas o poco factibles. La persona promedio pregunta: “¿Qué podría estar deseando obtener así?” La opinión del entorno, sin embargo, interpreta tal situación concuerdo con el “sentido común” y es susceptible de aceptar una versión “más factible” del suceso. Dicha interpretación resulta a menudo en una tragedia humana. Deberíamos entonces recordar siempre que el principio de ley de cui prodest36 se vuelve ilusorio en cualquier momento en que algún factor patológico entra en juego. […]

Los hipnotizadores

Para poder comprender los caminos ponerógenos, y en especial aquellos que actúan en un contexto social más amplio, observemos los roles y la personalidad de individuos que llamaremos “hipnotizadores”, quienes son altamente activos en esta área a pesar de su cantidad insignificante a nivel estadístico. Por lo general son los portadores de diversos factores patológicos, de algunas caracteropatías y ciertas anomalías heredadas.

Los hipnotizadores se caracterizan por el egoísmo patológico. Dicha persona es forzada por ciertas causas internas a hacer una elección desde temprano entre dos posibilidades: la primera es forzar a otra gente a pensar y experimentar cosas de una manera similar a la suya; la segunda es una sensación de que están solos y que son diferentes, una falta de adaptación a la vida social. A veces la elección es el encanto de una serpiente o bien el suicidio.

La represión triunfante de la autocrítica o de conceptos desagradables desde el campo de la consciencia hacen nacer gradualmente al [pensamiento conversivo, es decir, al paramoralismo.]

Los paramoralismos

La convicción de que los valores morales existen, pero que algunas reacciones violan las reglas morales es un fenómeno tan común y antiguo que parece tener un cierto sustrato en el nivel de los dones instintivos del hombre, y no se trata únicamente de una representación de siglos de experiencia, cultura, religiones y socialización. Por lo tanto, cualquier tipo de insinuación añadida dentro de un “eslogan moral” siempre es subjetiva, incluso hasta cuando los criterios “morales” empleados son sólo una convención ad hoc. Se puede probar entonces que todo acto es inmoral o moral por medio del uso de “paramoralismos”, a través de una sugerencia subjetiva y la gente que sucumbirá a esta manipulación abunda.

Al buscar un ejemplo de un acto malvado cuyo valor negativo no dejaría lugar a duda en cualquier situación social, los eruditos en ética mencionan con frecuencia al abuso infantil. No obstante, los psicólogos se encuentran a menudo haciendo afirmaciones paramorales de tal comportamiento en su ejercicio.


Lobaczewski dio anteriormente el ejemplo de la mujer con un daño en el campo prefrontal, quien abusaba sádicamente de su hijo, pero quien era apoyada en su abuso del niño por sus hermanos, quienes se encontraban totalmente bajo su influencia y convencidos de sus “aptitudes morales excepcionalmente elevadas.” Ejemplos de este tipo, particularmente atroces ocurren a menudo en un contexto religioso en donde los niños han sido golpeados a muerte para “sacar afuera al diablo.” Esto siempre se hace para “salvar sus almas,” y éste es un ejemplo de “paramoralismo” utilizado de una manera conversiva. Seguramente nosotros hemos sido sujetos a este tipo de uso de “paramoralismos,” pero esa es otra historia.


Las afirmaciones y sugerencias paramoralísticas acompañan tan seguido a distintos tipos de maldad, que parecen ser bastante irremplazables. Desafortunadamente, el hecho de inventar criterios totalmente nuevos según la conveniencia personal se ha convertido en un fenómeno frecuente en individuos, grupos opresivos o sistemas pato-políticos. Dichas sugerencias privan a la gente de su razonamiento moral y deforman el desarrollo de este último en los niños. Se han creado fábricas de paramoralismos en todo el mundo, y es difícil para un ponerólogo creer que éstas son manejadas por gente psicológicamente normal.

Las características conversivas en la génesis de los paramoralismos parece probar que derivan de un rechazo principalmente subconsciente (y de represión desde el área de la consciencia) de algo completamente diferente que llamamos la “voz de la consciencia.” … Como todo fenómeno conversivo, la tendencia a usar paramoralismos es contagiosa psicológicamente.


Lobaczewski señala que los “paramoralismos” corren profusamente de tales individuos, de manera tal que inundan la mente de la persona promedio.


Para el hipnotizador, todo pasa a estar subordinado a su convicción de que es excepcional, y a veces hasta mesiánico. De tales individuos puede emerger una ideología que es en parte ciertamente verdadera, y cuyo valor sostiene ser superior a todas las demás ideologías. Ellos creen que van a encontrar muchos conversos a su ideología y cuando descubren que no es el caso, se escandalizan y se enfadan con una “indignación paramoral.” La actitud de la mayoría de la gente normal para con tales hipnotizadores es por lo general crítica, de reproche y desequilibrada.

El hipnotizador coloca en un plano moral elevado a cualquiera que sucumba a su influencia, y bañará a dichas personas de atención, propiedad y otras ventajas de todo tipo. Los críticos son enfrentados con ultraje “moral” y el hipnotizador reivindicará que la minoría sumisa es en realidad una mayoría.

Dicha actividad siempre se caracteriza por la incapacidad de prever sus resultados finales, algo obvio desde el punto de vista psicológico, porque su sustrato contiene fenómenos patológicos, y tanto el hipnotizar como el encantarse a sí mismo hacen que sea imposible percibir la realidad de una manera lo suficientemente precisa como para prever resultados lógicamente.

En una sociedad sana, las actividades de los hipnotizadores se encuentran con una crítica lo suficientemente eficaz como para reprimirlos rápidamente. No obstante, cuando son precedidos por condiciones que operan destructivamente en el sentido común y el orden social – tales como la injusticia social, el atraso cultural o gobernantes limitados intelectualmente que manifiestan rasgos patológicos – las actividades de los hipnotizadores han llevado a sociedades enteras a una tragedia humana a gran escala.

Un individuo así busca un medio o una sociedad de gente receptiva a su influencia, profundizando su debilidad psicológica hasta que finalmente se convierte en una unión ponerogénica.

Por otro lado, gente que ha mantenido sus facultadas críticas sanas intactas, trata de contrarrestar las actividades de los hipnotizadores y sus resultados, basándose en su propio sentido común y en criterios morales. El la polarización de actitudes sociales resultantes, cada parte se justifica a sí misma por medio de categorías morales.

La consciencia de que el hipnotizador siempre es un individuo patológico debería protegernos de los resultados ya conocidos de la interpretación moralizante de fenómenos patológicos, asegurándonos criterios objetivos para una acción más efectiva.

[Un coeficiente intelectual alto] por lo general brinda inmunidad de los hipnotizadores, pero sólo moderadamente. Las verdaderas diferencias en la formación de las actitudes humanas bajo la influencia de tales actividades deberían ser atribuidas a otras propiedades de la naturaleza humana. El factor más decisivo en lo que concierne al hecho de asumir una actitud crítica es la pura inteligencia básica, que condiciona nuestra percepción de la realidad psicológica. También  podemos observar como las actividades de un hipnotizador “resquebrajan” a individuos dóciles con una regularidad sorprendente.

Asociaciones Ponerogénicas

Llamaremos por el nombre de “asociación ponerogénica” a cualquier grupo de gente que se caracterice por procesos ponerógenos de una intensidad social por encima de la media, en donde los portadores de varios factores patológicos cumplen la función de inspiradores, hipnotizadores y líderes, y en donde se genera una verdadera estructura social patológica. Asociaciones más pequeñas, menos permanentes serán llamadas “grupos” o “uniones.” Dicho tipo de asociación provoca el mal que hiere a la otra gente así como a sus propios miembros.

Podríamos realizar una lista de los diversos nombres adjudicados a tales organizaciones por la tradición lingüística: gangs, pandillas criminales, mafias, grupos políticos, clanes, quienes evitan ingeniosamente el choque con la ley mientras buscan sacar sus propias ventajas. Tales uniones aspiran con frecuencia al poder político con el propósito de imponer su legislación oportuna sobre la sociedad, en nombre de una ideología adecuadamente preparada, derivando ventajas bajo la forma de prosperidad y satisfacción desproporcionada en sus ansias de poder. […]

Un fenómeno que todos los grupos y asociaciones ponerogénicos tienen en común es el hecho de que sus miembros pierden (o ya han perdido) la capacidad de percibir individuos patológicos como tales, interpretando su conducta de una manera fascinada, heroica o melodramática. Las opiniones, ideas y juicios de gente portadora de diversos déficits psicológicos son dotados de una importancia por lo menos igual a la de individuos sobresalientes dentro de la gente normal. La atrofia de las facultades críticas naturales con respecto a individuos patológicos se convierte en una apertura para sus actividades, y al mismo tiempo en un criterio para reconocer a la asociación en concierto como ponerogénica. Llamemos ponerogénesis a este primer criterio.

Otro fenómeno que todas las asociaciones ponerogénicas tienen en común es su concentración estadísticamente más elevada de individuos con distintas anomalías psicológicas. Su composición cualitativa es crucialmente importante en la formación de la totalidad del carácter de las actividades, del desarrollo o de la extinción de la unión. Grupos dominados por diversos tipos de individuos caracteropáticos desarrollarán actividades relativamente primitivas, demostrando que es bastante fácil que la sociedad de gente normal se quiebre. Las cosas son diferentes cuando tales uniones son inspiradas por individuos psicopáticos. Citemos el ejemplo siguiente que ilustra los roles de dos anomalías distintas seleccionadas dentro de algunos acontecimientos estudiados por el autor.

En bandas criminales de jóvenes un papel específico es jugado por chicos (y a veces chicas) que comportan los resultados característicos a veces deteriorados por una inflamación de las glándulas parótidas (las paperas). Como ya ha sido mencionado, esta enfermedad conlleva a reacciones cerebrales en algunos casos, lo que deja atrás una decoloración ligera pero permanente de emociones y una leve disminución de las capacidades mentales generales. Algunas veces se dan resultados similares después de la difteria. Como consecuencia, tales personas sucumben fácilmente a las sugerencias de individuos más listos. Cuando son chupados por un grupo asesino se convierten en ayudantes poco críticos y en ejecutores de las últimas intenciones, herramientas en manos de líderes aún más peligrosos y a menudo psicopáticos. Una vez que son detenidos, se rinden a las explicaciones insinuadas por sus líderes de que la idea de un grupo más elevado (paramoral) exige que ellos se conviertan en chivos expiatorios, cargando con la mayor parte de la culpa sobre sus hombros…

Individuos con los rasgos de las post-paperas o la post-difteria ya descriptos anteriormente constituyen menos del 1,0% de toda la población, pero su acción alcanza el 25 por ciento de los grupos delincuentes juveniles. Esto representa una inspisación37 de un orden 30 veces mayor, sin que eso requiera más métodos de análisis estadístico. Cuando es estudian los contenidos de las uniones ponerogénicas con la habilidad suficiente, nos encontramos por lo general con una inspisación de otras anomalías psicológicas que hablan por sí mismas.

Se deben diferenciar dos tipos básicos entre las uniones ya mencionadas. Ponerogénicas primarias y ponerogénicas secundarias. Describamos como primeramente ponerogénica a una unión cuyos miembros anormales se mantuvieron activos desde el principio, efectuando el rol de catalizadores de la cristalización apenas ocurrió un proceso para la creación del grupo. Llamaremos secundariamente ponerogénica a una unión que fue fundada en nombre de alguna idea con un significado social independiente, por lo general comprensible dentro de las categorías de la visión lógica del mundo, pero que luego sucumbió a una cierta degeneración moral. Esto a su turno abrió las puertas a la infección y a la activación de los factores patológicos por dentro, y luego a una ponerización del grupo entero, o a menudo de su fracción.

Desde el comienzo mismo, una unión primariamente ponerogénica es un cuerpo extraño dentro del organismo de la sociedad, ya que su carácter choca con los valores morales respetados por la mayoría. Las actividades de tales grupos provocan una oposición y disgusto, y son consideradas como inmorales; en regla general, entonces, tales grupos no se propagan mucho, ni se metastatizan en uniones numerosas. Finalmente pierden la batalla contra la sociedad.

Sin embargo, para que puedan tener una oportunidad de desarrollarse en una asociación ponerogénica grande, alcanza con que alguna organización humana, caracterizada por objetivos sociales o políticos y una ideología con algún tipo de valores creativos, sea aceptada por un grupo más grande de gente normal, para que sucumba a un proceso de malignidad ponerogénica. Es posible que la tradición primaria y los valores ideológicos protejan durante un largo tiempo a una unión que ha sucumbido al proceso de ponerización del sentido común sano de la sociedad, en especial a sus componentes menos críticos.

Cuando los procesos ponerogénicos afectan a una organización humana de ese tipo, la cual emergió y actuó en nombre de propósitos políticos y sociales cuyas causas estaban condicionadas en la historia y la situación social, los valores primarios originales del grupo alimentarán y protegerán a tal unión – a pesar del hecho de que aquellos mismos valores primaros hayan sucumbido a una degeneración característica, y que su función práctica haya cambiado completamente de la original – porque se retienen los nombres y los símbolos. El “sentido común” individual y social se descubre de ese modo su punto más débil. […]

Dentro de cada unión ponerogénica, se crea una estructura psicológica que puede ser considerada como la contraparte o caricatura de una estructura de sociedad u organización social normales. Individuos con diversas aberraciones psicológicas se complementan en sus talentos y características. … Con frecuencia, algunas fases tempranas de la actividad de la unión son dominadas por individuos caracteropáticos, y en particular paranoides, que juegan a menudo un papel inspiracional o hechizador en el proceso de ponerización. Llegado a este punto, la unión aún indica una cierta característica romántica y todavía no se la caracteriza por una conducta excesivamente brutal. Al poco tiempo, sin embargo, los miembros más normales son empujados a delegar funciones y luego son excluidos… Individuos con desviaciones hereditarias se acaparan progresivamente de las posiciones inspiradoras y de liderazgo. El rol de los psicópatas de base crece gradualmente…

Al principio un hipnotizador hace simultáneamente de líder en un grupo ponerogénico. Más tarde aparece otra clase de “talento de liderazgo,”, un individuo más vital quien por lo general se une más tarde a la organización, una vez que ya ha sucumbido a la ponerización. Se fuerza al individuo hipnotizador, por ser más débil, a llevar a término siendo desviado a las sombras y reconociendo al “genio” del nuevo líder a menos que acepte la amenaza de una pérdida total. Se distribuyen los roles. El hipnotizador necesita el apoyo del líder primitivo pero decisivo, quien también necesita a cambio al hipnotizador para sostener la ideología de la asociación, tan esencial para mantener la actitud adecuada por parte de aquellos miembros de la base que revelan una tendencia a la crítica y a la duda de la variedad moral. El hipnotizador debe envolver nuevamente con la ideología apropiada, deslizando nuevos contenidos bajo antiguos títulos, para poder de esa manera seguir cumpliendo con su función de propaganda bajo condiciones constantemente cambiantes. También debe sostener la mística del líder dentro y fuera de la asociación. Sin embargo, la entera confianza no puede existir entre los dos, ya que el líder desprecia secretamente al hipnotizador y a su ideología, mientras que este último desprecia al líder por ser un individuo tan ordinario. La confrontación siempre es probable; sin embargo, quienquiera que sea el más débil se convierte en el perdedor.

La estructura de dicha unión sufre una diversificación y especialización mayores aún. Un abismo se crea entre las masas más morales y los iniciados de la elite, que son en regla general más patológicos. Este último subgrupo es más y más dominado por factores patológicos hereditarios, y el primero por los efectos que siguen a diversas enfermedades que afectan al cerebro, por individuos psicopáticos menos típicos y por gente cuyas personalidades deformadas fueron causadas por una privación previa o por métodos de crianza brutal por parte de individuos patológicos. Queda cada vez menos lugar para la gente normal en el grupo. Los secretos y las intenciones de los líderes permanecen escondidos del proletariado de la unión; los productos del trabajo del hipnotizador deben alcanzar para este segmento.

Un observador que está mirando las actividades de tal unión desde afuera y que utiliza una visión psicológica natural del mundo siempre tendrá tendencia a sobrestimar el rol del líder y su función supuestamente autocrática. Los hipnotizadores y los aparatos de propaganda son movilizados para mantener esta opinión externa errónea. No obstante, el líder depende de los intereses de la unión, y en especial de los iniciados de la elite, mucho más de lo que él sabe que depende. Libra una batalla constante de maniobras; es un actor con un director. En uniones macrosociales, esta posición la ocupa por lo general un individuo más representativo no privado de ciertas facultades críticas; el iniciarlo a esos planes y cálculos criminales sería contraproducente. En conjunción con parte de la elite, un grupo de individuos psicopáticos que se esconden detrás del escenario manejan al líder, del mismo modo que Borman y su camarilla manejaban a Hitler. Si el líder no cumple con el rol que se le asigna, sabe por lo general que la camarilla que representa a la elite de la unión está en posición de matarlo, o de lo contrario quitarlo de su puesto. […]

El Proceso de Ponerización

La observación de los procesos de ponerización de varias uniones humanas a lo largo de la historia conduce fácilmente a la conclusión de que el paso inicial es una deformación moral de los contenidos ideacionales del grupo. […]


Lobczewski habla ampliamente de cómo la infiltración de personas patológicas dentro de cualquier grupo que puede estar tomando una dirección positiva tuerce y distorsiona la ideología. Un muy buen ejemplo es el Comunismo, que es, en realidad, según el Nuevo Testamento, una ideología cristiana. Sin embargo, una vez que se infiltraron grupos comunistas, el proceso de Ponerización comenzó, y el comunismo de convirtió simplemente en un tipo de Corporatocracia Fascista con la corporación como “el estado.”


Fenómenos macro-sociales

Cuando un proceso ponerogénico comprende a toda la clase gobernante de una sociedad o nación, o cuando se reprime a la oposición por parte de las sociedades de gente normal – como resultado del carácter masivo del fenómeno, o a través del uso de medios hipnotizantes y de la compulsión física – estamos tratando ya con un fenómeno ponerogénico macro-social.

En ese momento, sin embargo, la tragedia de una sociedad, a menudo aparentada con la del sufrimiento del propio investigador, está abriendo delante de él un volumen completo de conocimiento ponerológico, en donde puede leer todo acerca de las leyes que gobiernan a esos procesos si tan sólo él es capaz de familiarizarse a tiempo con su lenguaje naturalístico y su gramática diferente. Estudios sobre la génesis del mal, basados en el hecho de observar a pequeños grupos de gente, pueden indicarnos los detalles de estas leyes. […]

Debo aceptar la denominación “patocracia” para un sistema de gobierno creado de ese modo, dentro del cual una pequeña minoría ideológica toma el control de una sociedad de gente normal. El nombre seleccionado entonces subraya por encima de todo la cualidad básica del fenómeno psicopatológico macro-social, lo cual lo diferencia de los tantos sistemas sociales posibles dominados por una estructura, costumbres y leyes de gente normal… Pienso que este nombre es compatible con las exigencias de la semántica, ya que ningún término conciso puede caracterizar adecuadamente a tal fenómeno complejo.

Implicaciones Políticas de la Patocracia

El logro de dominación absoluta del patócrata en el gobierno de un país no sería permanente, dado que grandes sectores de la sociedad se volverían desafectos de dicho gobierno y encontrarían algún modo de derrocarlo.

La patocracia en la cima de la organización gubernamental tampoco constituye el marco entero del “fenómeno maduro.” Un sistema de gobierno así no tiene adónde ir más que hacia abajo.

Cualquier posición de liderazgo – hasta la del alcalde de un pueblo y los gerentes de una cooperativa comunitaria, sin mencionar a los directores de unidades policiales, ni a personal policial de servicios especiales, ni a activistas en el partido patocrático – debe ser ocupada por individuos cuyo sentimiento de unión con tal régimen está condicionado por deformaciones psicológicas correspondientes, que de costumbre se heredan. No obstante, dichas personas se vuelven más valiosas porque constituyen un pequeño porcentaje de la población. No se puede tener en cuenta su nivel intelectual ni sus aptitudes profesionales, ya que gente que represente capacidades superiores y que además cumpla con el requisito de las deformaciones psicológicas- es aún más difícil de encontrar. Luego de que un sistema así ha durado ya varios años, un cien por ciento de todos los casos de psicopatía de base se ven involucrados en una actividad patocrática; se los considera como leales, si bien de un modo u otro, algunos de entre ellos estaban antes envueltos en el otro lado.

Bajo tales condiciones, ningún área de la vida social puede desarrollarse normalmente, ya sea a nivel económico, cultural, científico, tecnológico, administrativo, etc.

La patocracia lo paraliza todo progresivamente

La gente razonable debe desarrollar un nivel de paciencia más allá del alcance de cualquiera que viva en un sistema normal de hombres, sólo para poder explicar qué hacer y cómo hacerlo a alguien psicológicamente anormal, torpe y mediocre. Esta pedagogía especial requiere de un buen tiempo y esfuerzo, pero de lo contrario no sería posible mantener condiciones de vida tolerables y logros necesarios en el área económica ni en la vida intelectual de una sociedad. Sin embargo, la patocracia se inmiscuye progresivamente en cada lugar y lo entorpece todo.

Aquellas personas que en un comienzo encontraban atractiva a la ideología original, pasan a darse cuenta eventualmente de que en verdad están tratando con otra cosa.

Este desencanto que experimentan tales adherentes ideológicos de antes es amargo al extremo.

Los intentos de la minoría patológica por retener el poder estarán por lo tanto siempre amenazados por la sociedad de gente normal cuya crítica continúa creciendo. Por un lado, se debe emplear absolutamente cualquiera de los métodos de terror y de las políticas de exterminación en contra de los individuos conocidos por sus sentimientos patrióticos y su entrenamiento militar; por el otro, también se emplean actividades específicas de “adoctrinamiento” tales como las que hemos presentado. Individuos carentes del sentimiento natural de estar ligados a la sociedad se vuelven irremplazables en cualquiera de estas actividades. Una vez más, el primer plano debe ser ocupado por casos de psicopatía de base, seguidos de aquellos con anomalías similares, y finalmente de gente alienada de la sociedad en cuestión como resultado de diferencias raciales o nacionales.

El fenómeno de la patocracia madura durante este período: se construye un sistema de adoctrinamiento extensivo y activo, con una ideología adecuadamente restaurada que constituye el vehículo del caballo de Troya para el proceso de patologización del pensamiento de individuos y de la sociedad. El propósito nunca se admite: forzar mentes humanas para incorporar métodos experimentales patológicos y modelos de pensamiento, y consecuentemente aceptar dicho mandato. […]

Durante el shock inicial, el sentimiento de vínculos sociales se va debilitando; sin embargo, luego de que ha sido sobrevivido, la mayoría aplastante de la gente manifiesta su propio fenómeno de inmunización psicológica. Simultáneamente, la sociedad comienza a reunir conocimiento práctico sobre esta nueva realidad y sus propiedades psicológicas. Poco a poco la sociedad aprende a percibir los puntos débiles de tal sistema y utiliza las posibilidades de un orden más conveniente en sus vidas. Comienzan a aconsejarse mutuamente sobre estos temas, regenerando de ese modo lentamente los sentimientos de vínculos sociales y la confianza recíproca. Un nuevo fenómeno ocurre: la separación entre los patócratas y la sociedad de gente normal. Los últimos corren con ventaja en lo que se refiere al talento, las habilidades profesionales, y el sentido común sano. Por consecuente, tienen algunas cartas en sus manos. Finalmente la patocracia se da cuenta de que debe encontrar algún tipo de “modo de vivir” o de relacionarse con la mayoría de la sociedad: “Después de todo, alguien tiene que trabajar para nosotros.”

Existen otras necesidades y presiones, especialmente desde afuera. La cara patológica debe de alguna manera ser escondida del mundo, ya que su reconocimiento por parte de la opinión mundial sería una catástrofe. … Primeramente para los intereses de la nueva elite y sus planes de expansión, un estado patatocrático debe mantener relaciones comerciales con los países del hombre normal. Dicho estado tiene como propósito alcanzar un reconocimiento internacional en tanto que cierto tipo de estructura política; le teme al reconocimiento en términos de diagnóstico clínico.

Todo esto hace que los patócratas tiendan a limitar sus medidas de terror, sometiendo métodos de propaganda y adoctrinamiento a una cierta cosmetología, y para conceder a la sociedad que posea un cierto margen de actividad autónoma, en especial en lo que concierne a la vida cultural.

Los patócratas más liberales no se opondrían a otorgar a tal sociedad un mínimo de prosperidad económica para reducir el nivel de irritación, pero su propia corrupción e incapacidad para administrar la economía les impide hacerlo.

Esta gran enfermedad social continúa su rumbo a través de una nueva fase: los métodos de actividad se vuelven más suaves, y hay coexistencia con países cuya estructura es la del hombre normal. Cualquiera que estudie este fenómeno… se acuerda más del estado de disimulación de un paciente que intenta ponerse en el rol de una persona normal, escondiendo la realidad patológica a pesar de que continúa estando enfermo y siendo anormal. Usemos pues el término “fase de disimulación de la patocracia” para describir el estado de la situación dentro del cual un sistema patocrático aún más capaz toma el rol de un sistema sociopolítico normal. En este estado de cosas, la gente se vuelve resistente y se adapta a la situación dentro del país que se ve afectado por este fenómeno; desde afuera, sin embargo, esta fase está marcada por una actividad ponerogénica notable. El material patológico de este sistema se infiltra bastante fácilmente dentro de otras sociedades, sobre todo si son más primitivas, y todas las avenidas de la expansión patocrática se ven facilitadas gracias a la disminución de la crítica con sentido común por parte de las naciones que constituyen el territorio de expansionismo.

Mientras tanto, en el país patocrático, la estructura activa de gobierno descansa en manos de individuos psicópatas, y la psicopatía de base juega un papel protagónico. Especialmente durante la fase de disimulación. No obstante, los individuos con rasgos patológicos obvios deben ser quitados de ciertas áreas de actividad: a saber, puestos políticos de exposición internacional en donde dichas personas podrían delatar los contenidos patológicos del fenómeno. […]

Necesidades semejantes se aplican también a otros casos. El director constructor de una nueva fábrica por lo genera es alguien apenas conectado con el sistema patocrático pero cuyas capacidades son esenciales. Una vez que la planta es operacional, los patócratas se encargan de continuar con la administración, lo que a menudo conduce a la ruina técnica. De un modo similar, el ejército necesita gente dotada de perspicacia y de aptitudes esenciales, especialmente en el área de las armas modernas. …

En tal situación, mucha gente se ve forzada a adaptarse, aceptando el sistema de gobierno como un status quo pero también criticándolo. Cumplen con su deber en medio de dudas y conflictos de consciencia, buscando siempre una salida más razonable, sobre la cual se discute dentro de círculos de confianza. …

La siguiente pregunta se sugiere entonces a sí misma: ¿qué pasa si la red de trabajo del entendimiento entre psicópatas alcanza el poder en cargos de gobierno con exposición internacional? Esto puede ocurrir, especialmente durante las últimas fases del fenómeno. Incitada por su carácter, dicha gente sólo está sedienta de eso, si bien representaría un conflicto con sus propios intereses de vida… No entienden que eso podría resultar en una catástrofe. Los gérmenes no son conscientes de que serán quemados vivos o bien enterrados bajo tierra junto con el cuerpo humano al cual están causando la muerte.

Si individuos privados de capacidades suficientes para sentir y entender a la mayoría de la gente y quienes tienen también deficiencias en lo que se refiere a la imaginación técnica y a las habilidades prácticas – facultades indispensables para gobernar asuntos económicos y políticos – asumen los tantos cargos gerenciales de un gobierno, esto debe entonces resultar en una crisis excepcionalmente grave en todas las áreas, tanto dentro del país en cuestión como en lo que concierne a las relaciones internacionales. Por dentro, es posible que la situación se torne insoportable hasta para aquellos ciudadanos que eran capaces de construirse un “modo de vida” relativamente cómodo pensando sólo en ellos mismos. Por fuera, otras sociedades comienzan a sentir la calidad patológica del fenómeno de una manera bastante diferente. Una situación así no puede durar por mucho tiempo. Uno debe estar entonces preparado para cambios aún más rápidos, y comportarse también con gran cautela.

La patocracia es una enfermedad de grandes movimientos sociales seguidos por sociedades, naciones e imperios enteros. Durante el transcurso de la historia de la humanidad, ha afectado a movimientos sociales, políticos y religiosos, así como a las ideologías que los acompañaban… y que los convirtieron en caricaturas de ellos mismos… Esto ocurrió como resultado de la participación de agentes patológicos en un proceso patodinámicamente diferente. Eso explica porqué todas las patocracias del mundo son, o han sido, tan similares en sus propiedades básicas. …

Identificando a estos fenómenos a lo largo de la historia y calificándolos adecuadamente según su verdadera naturaleza y contenidos – y no según la ideología en cuestión, lo sucumbió al proceso de caricaturización – es un trabajo para historiadores. […]

Las acciones de [la patocracia] afectan por completo a la sociedad, comenzando por los líderes e infiltrándose en cada pueblo, negocio e institución. La estructura patológica social cubre poco a poco al país entero creando una “nueva clase” dentro de la nación. Esta clase privilegiada se siente permanentemente amenazada por los “otros”, es decir, por la mayoría compuesta por gente normal. Los psicópatas tampoco alimentan ilusiones acerca de su destino personal en el caso de que llegase a haber un retorno al sistema del hombre normal.

Una persona normal que se ve privada de privilegio o de un cargo elevado se las arregla realizando algún tipo de trabajo que le permita ganarse la vida; pero los patócratas nunca poseyeron ningún talento práctico, y el lapso de tiempo de su mandato ha eliminado todo tipo de posibilidades residuales de adaptarse a las exigencias del trabajo normal. Si la ley del hombre normal fuera restablecida, ellos y sus semejantes estarían sujetos a juicio, incluyendo el sometimiento a una interpretación moralizante de sus deformaciones psicológicas; estarían amenazados por la pérdida de su libertad y vida, y no solamente la de un cargo o privilegio. Ya que son incapaces de tal sacrificio, la supervivencia de un sistema mejor para ellos se convierte en una idea moral. Se debe luchar contra tal amenaza sirviéndose del ingenio psicológico y político y de la falta de escrúpulos para con esa otra gente de “calidad inferior.”

Por lo general, esta nueva clase está en posición de purgar a sus líderes si su comportamiento estuviera poniendo en peligro la existencia de tal sistema. … La patocracia sobrevive gracias al sentimiento de estar siendo amenazada por la sociedad de gente normal, así como por otros países en donde persisten diversas formas del sistema del hombre normal. Para los gobernantes, entonces, el permanecer o no en la cima es el problema clásico de “ser o no ser”.

Podemos entonces formular una pregunta más cautelosa: ¿puede tal sistema renunciar alguna vez a la expansión territorial y política exterior y conformarse con sus posesiones actuales?

¿Qué ocurriría si resultara una situación que confiriera la paz interior, el orden correspondiente y una prosperidad relativa dentro de la nación?

La mayoría abrumadora de la población del país –dado que es normal- haría un uso hábil de las posibilidades emergentes, sacando provecho de sus aptitudes superiores para luchar por una libertad de acción en constante aumento. Gracias a que constituyen un número más alto, habría una tasa de nacimiento mayor de su tipo, y su poder aumentaría. Esta mayoría se reuniría con algunos hijos de la clase privilegiada quienes no habrían heredado los genes psicopáticos. El dominio de la patocracia se debilitaría sin parar, llevando finalmente a una situación en la cual la sociedad de gente normal recobraría el poder. Para los psicópatas esta es una visión conocida y de pesadilla.

Por lo tanto, la destrucción biológica, psicológica, moral y económica de esta mayoría de gente normal es una necesidad “biológica” de los patócratas. Muchos medios sirven para este fin, comenzando por los campos de concentración e incluyendo la guerra contra un enemigo obstinado y bien armado que devastará y debilitará el poder humano que se le arroje, a saber el mismo poder que pone en peligro al gobierno de los patócratas. Una vez muertos con toda seguridad, los soldados serán decretados inmediatamente después héroes dignos de ser venerados, algo útil para levantar una nueva generación fiel a la patocracia.

Cualquier guerra librada por una nación patocrática tiene dos frentes, el interno y el externo. El interno es más importante para los líderes y la elite gobernante, y la amenaza interna es el factor decisivo cuando se trata de desatar una guerra. Cuando uno considera el comenzar de una guerra contra un país patocrático, debe entonces tomar primeramente en consideración el hecho de que uno puede ser utilizado como verdugo de la gente común cuyo poder creyente representa un peligro incipiente para la patocracia. Después de todo, los patócratas le dan muy poca importancia a la sangre y al sufrimiento de la gente que consideran como no demasiado conespecífica. […]

La patocracia tiene otras razones internas para perseguir el expansionismo a través de todos los medios posibles. Mientras tanto exista ese “otro” mundo gobernado por los sistemas del hombre normal, admite hacia él y dentro suyo como miembros a los esfuerzos de la mayoría no patológica, creando de tal modo una cierta dirección. La mayoría no patológica de la población del país nunca dejará de soñar con la restitución del sistema del hombre normal de cualquier forma en que ésta sea posible. La mayoría nunca dejará de mirar a otros países, esperando el momento oportuno; se debe entonces distraer su atención y poder lejos de su propósito, y las masas deben ser educadas y canalizadas en dirección de los esfuerzos imperialistas. Se deben perseguir tales propósitos de manera tenaz para que todos sepan por qué se está luchando y en nombre de quién se debe soportar una disciplina severa y la pobreza. Este último factor limita eficazmente la posibilidad de actividades “subversivas” por parte de la sociedad de gente normal.

La ideología debe proveer por supuesto una justificación correspondiente para este derecho alegado de conquistar el mundo, y por lo tanto debe ser elaborada de la manera adecuada. El expansionismo deriva de la naturaleza misma de la patocracia, y no de una ideología, pero este hecho debe ser disfrazado de una ideología. […]

Por otro lado, existen países con gobiernos de hombres normales dentro de los cuales la mayoría abrumadora de las sociedades se estremece al pensar que se les podría imponer un sistema similar. Por ello, los gobiernos de tales naciones hacen todo lo que pueden dentro del marco de sus posibilidades y de su entendimiento acerca del fenómeno, con el propósito de contener su expansión. Los ciudadanos de dichos países suspirarían aliviados si algún levantamiento pudiese remplazar a este sistema malévolo e incomprensible por un método gubernamental más humano, más fácil de comprender y con el cual una coexistencia pacífica sería posible.

Tales países asumen entonces diversos medios de acción para este propósito, y su calidad depende de la posibilidad de comprender aquella otra realidad. […]

Algunos factores económicos constituyen una parte no despreciable de la motivación para esta tendencia expansionista. Dado que las funciones gerenciales son asumidas por individuos con una inteligencia mediocre y con rasgos de un carácter patológico, la patocracia de torna incapaz de administrarlo absolutamente todo de una manera adecuada. […] Se puede explotar la prosperidad reunida de las naciones conquistadas durante un cierto tiempo, forzar a los ciudadanos a trabajar aún más duro por una remuneración mísera. Por el momento, nunca se piensa en el hecho de que un sistema patocrático dentro de un país conquistado causará eventualmente condiciones improductivas similares; después de todo, al auto-conocimiento correspondiente en ésta área no es resistente al psicópata. […]

Como ha sido ocurrido durante siglos, el poder militar es, por supuesto, el medio más importante para alcanzar esos fines. A lo largo de los siglos, en todo momento en que la historia registró la aparición del fenómeno descrito aquí, también se volvieron aparentes las medidas específicas de influencia – algo del orden de la inteligencia específica al servicio de la intriga internacional facilitando la conquista. Esta cualidad deriva de las características de la personalidad que inspiran el fenómeno total; debería constituir datos para que historiadores identifiquen este tipo de fenómeno a través de la historia.

Los psicópatas existen en todo el mundo; hasta una patocracia remota evoca una respuesta que resuena en ellos, funcionando en su sentimiento subyacente de que “allí hay un lugar para gente como nosotros.” Gente falta de espíritu crítico, frustrada y abusada también existe en todas partes y se la puede alcanzar con una propaganda elaborada adecuadamente. El futuro de una nación depende en gran parte de cuánta gente de ese tipo contenga. Gracias a su conocimiento psicológico específico y a su convicción de que la gente normal es naïve, una patocracia es capaz de mejorar sus técnicas “anti-psicoterapéuticas, y egoísta patológicamente como de costumbre, de insinuar su mundo deformado de conceptos a los otros. […]

La ley provee un sostén insuficiente para contrarrestar un fenómeno cuyo carácter está fuera de las posibilidades de la imaginación de los legisladores. La patocracia sabe cómo aprovecharse de la fragilidad de tal manera legalista de pensar. […]

Siempre que una nación experimenta una “crisis del sistema” o una hiperactividad interna de procesos ponerogénicos, se convierte en el objeto de una penetración patocrática cuyo propósito es el de servir de botín a un país. Luego será fácil aprovecharse de su fragilidad interna y de movimientos revolucionarios con el fin de imponer un gobierno sobre las bases de un uso limitado de la fuerza. … Luego de una imposición forzosa de tal sistema, el curso de la patologización de la vida se torna diferente; y tal patocracia será menos estable, dependiendo del factor eterno de la fuerza externa para su existencia misma…

La fuerza bruta debe primeramente reprimir a la resistencia de una nación; se debe desechar a la gente con habilidades militares o de liderazgo, y silenciar a cualquiera que apele a los valores morales y a principios legales. Los nuevos principios nunca son anunciados explícitamente. La gente debe aprender una nueva ley que no ha sido escrita, vía una experiencia dolorosa. La influencia abrumadora de este mundo deformado de conceptos finaliza la tarea, y el sentido común exige precaución y resistencia.

Esto es seguido por un shock que parece tan trágico como aterrador. Algunas personas de cada grupo social – ya sean gente pobre abusada, oficiales aristócratas, hombres de letras, estudiantes, científicos, curas, ateos o Dones nadie que nadie conoce – comienzan a cambiar de repente su personalidad y su visión del mundo. Cristianos decentes y patriotas de tan sólo ayer, exponen ahora la nueva ideología y se comportan despectivamente con cualquiera que todavía adhiera a los viejos valores. Sólo más tarde se torna evidente que este proceso ostensible parecido a una avalancha tiene sus límites naturales. …

La patocracia impuesta por la fuerza llega en una forma final – hasta podríamos llamarla madura. Gente que la observó de cerca fue incapaz de distinguir las fases más tempranas de su desarrollo; cuando los esquizoides y los caracterópatas estaban a cargo. …

En un sistema impuesto, el material psicopático ya domina… […]

La primera conclusión que se sugirió a sí misma poco después de la reunión con el “profesor” [tratada anteriormente] fue que el desarrollo del fenómeno se ve limitado por la naturaleza en términos de la participación de individuos susceptibles dentro de una sociedad dada. La evaluación inicial de aproximadamente el 6% demostró ser realista. Los datos estadísticos reunidos luego progresivamente no contradicen esta evaluación. Este valor varía de un país al otro en una magnitud de aproximadamente un punto de porcentaje más o menos. … La psicopatía de base juega un rol desproporcionado comparado con las cifras si se satura la totalidad del fenómeno con sus propias cualidades de pensamiento y experiencia. Otras psicopatías – asténica, esquizoidal, anankástica, histérica, y demás – juegan definitivamente un segundo rol, si bien en suma son mucho más numerosas. Los individuos esquirtoides relativamente primitivos se convierten en compañeros de viaje, incitados por su ansia de vida, pero sus actividades están limitadas por consideraciones hacia su ventaja personal.

En naciones no semíticas, los esquizoides son de alguna manera más numerosos que los psicópatas de base; si bien son altamente activos durante las primeras fases de la génesis del fenómeno, revelan una atracción hacia la patocracia así como hacia la distancia racional del pensamiento eficaz. Por lo tanto, se ven divididos entre tal sistema y la sociedad de gente normal.

Hay personas claramente menos inclinadas en dirección a la patocracia. [Las tendencias de estas personas] incluyen condiciones causadas por las actividades tóxicas de ciertas substancias como el éter, el monóxido de carbono, y posiblemente algunas endotoxinas. [¿Tales como la nicotina? ¿Quizás hayamos encontrado ahora la razón por la cual la patocracia actual y la anterior – la Alemania nazi – son tan fascistas en la legislación contra el tabaquismo?]

Individuos paranoidales esperan un apoyo sin críticas dentro de tal sistema. Sin embargo, por lo general, los portadores de diversos tipos de daños en el tejido cerebral se inclinan claramente hacia la sociedad de gente normal, y, como resultado de sus problemas psicológicos, sufren más bajo la patocracia que cualquier otra persona normal.

También se descubrió que los portadores de algunas anomalías fisiológicas conocidas por los médicos y a veces por los psicólogos, y las cuales son sobretodo de naturaleza hereditaria, manifiestan tendencias divididas similares a las de los esquizoides. De un modo similar, gente cuya naturaleza se ve desgraciadamente ensillada por una vida corta y una frecuencia de muerte temprana relacionada con el cáncer, indica una atracción irracional hacia este fenómeno. … La resistencia disminuida de un individuo a los efectos de la patocracia y su atracción hacia ella parece ser una respuesta holística del organismo de la persona, y no tan sólo de su composición psicológica.

Aproximadamente un 6% de la población constituye la estructura activa de la patocracia, que transporta su propia conciencia peculiar de sus propios objetivos. El doble de gente constituye un segundo grupo: aquellos que han logrado deformar sus personalidades para cumplir con las exigencias de esta nueva realidad. …

Este segundo grupo consiste en individuos que son, en promedio, más débiles, más enfermizos y menos vitales. La frecuencia de las enfermedades mentales conocidas en este grupo es de una tasa dos veces mayor a la media nacional. Podemos asumir entonces que la génesis de su actitud sumisa para con el régimen, su gran susceptibilidad a los efectos patológicos y su oportunismo nervioso incluyen diversas anomalías relativamente impalpables.

El grupo del 6% constituye una nueva nobleza; el grupo del 12% forma la nueva burguesía, cuya situación económica es la más ventajosa. … Por lo tanto, sólo el 18% de la población de un país está a favor del nuevo sistema de gobierno.

La gran mayoría de la población forma la sociedad de gente normal, creando una red de comunicaciones informales. Nos conviene preguntarnos porqué esta gente rechaza las ventajas que proporciona la conformidad, y prefiere conscientemente el rol opositor: la pobreza, el acoso y la restricción de las libertades humanas. ¿Qué ideales los motivan? ¿Se trata simplemente de una especie de romanticismo?

Le sería difícil aceptar tal compromiso a una persona con un sustrato instintivo humano normal, con una buena inteligencia básica y con todas las capacidades para tener un pensamiento crítico; devastaría a su personalidad y engendraría una neurosis. Al mismo tiempo, tal sistema lo distingue fácilmente y lo separa de los de su propia clase sin importar sus dudas esporádicas. Ningún método de propaganda puede cambiar la naturaleza de este fenómeno macro-social o la naturaleza del ser humano. Siguen siendo extraños los unos a los otros para siempre.

Luego de que una estructura patocrática ha sido formada, la población se ve de hecho dividida de acuerdo con líneas de pensamiento completamente diferentes de lo que alguien que se crió fuera del ámbito de este fenómeno puede llegar a imaginar, y de una manera cuyas condiciones actuales también son imposibles de entender. … La patocracia corrompe al organismo social completo, desperdiciando sus habilidades y su fuerza. … Los patócratas típicos asumen todas las funciones gerenciales en una estructura completamente destruida dentro de una nación. Tal estado debe existir a corto plazo, ya que no lo puede vivificar ninguna ideología. Llega un momento en el que las grandes masas de gente desean vivir como seres humanos y el sistema ya no puede resistir más.

La patocracia se asemeja menos a un sistema socioeconómico que a una estructura social y a un sistema político. Es un proceso de enfermedad macro social que afecta a naciones enteras y que sigue el curso de sus propiedades patodinámicas características. … Mientras continuemos utilizando métodos de comprensión de este fenómeno patológico que intentan servirse de doctrinas políticas para definirlo, (incluso aunque estas doctrinas le sean heterogéneas) no seremos capaces de identificar las causas ni las propiedades de esta enfermedad. Una ideología preparada correspondientemente podrá ocultar las cualidades esenciales de la mente de científicos, políticos y de la gente común.

La Gente Normal Bajo el Dominio Patocrático

Tal como fue alegado anteriormente, en una patocracia bien desarrollada esta anomalía distinguida como psicopatía de base inspira al fenómeno en general… El mundo patocrático – el mundo de egoísmo y terror patológicos – es tan difícil de entender para las personas que se criaron fuera del alcance de este fenómeno que por lo general manifiestan una inocencia infantil, aunque hayan estudiado la psicopatología y que sean psicólogos de profesión.

Si una persona con un sustrato instintivo normal y una inteligencia básica ya ha escuchado hablar y leído acerca de tal sistema de dominio de la autocracia despiadada “basada en una ideología fanática,” siente que ya se ha hecho una opinión sobre el tema. Sin embargo, la confrontación directa con el fenómeno hace que se sienta indefenso intelectualmente. Todas sus ideas imaginativas previas resultan ser virtualmente inútiles; no explican casi nada. Esto provoca una sensación molesta de que él/ella y la sociedad en la que fue educado eran bastante inocentes…

Una de las diferencias observadas entre la persona normalmente resistente y alguien que ha sufrido una transpersonificación, es que la primera está mejor capacitada para sobrevivir en este vacío cognitivo desintegrante, mientras que la segunda llena ese vacío con material de propaganda patológica y sin los controles suficientes.

Cuando la mente humana entra en contacto con esta nueva realidad tan diferente de cualquier experiencia con que se haya topado una persona criada en una sociedad dominada por gente normal, libera síntomas de un shock psicofisiológico en el cerebro humano con un tonus mayor de inhibición de la corteza cerebral y con una represión de los sentimientos, que luego a veces pueden brotar descontroladamente. La mente humana funciona más despacio y con menos vivacidad, dado que los mecanismos asociativos se han vuelto ineficaces. Sobre todo cuando una persona está en contacto directo con representantes directos del nuevo gobierno, que usan su experiencia específica para poder traumatizar las mentes de los “otros” con sus propias personalidades, su mente sucumbe a un estado de catatonia a corto plazo. Las técnicas humillantes y arrogantes de esos representantes, sus paramoralizaciones brutales, entorpecen los procesos de pensamiento y las capacidades de autodefensa de la persona normal, y los métodos de experiencia divergentes que esto sujetos utilizan se fijan en su mente. …

Sólo luego de que hayan pasado estos estados psicológicos increíblemente desagradables, gracias a un descanso en compañía benévola, es posible reflejar – siempre es un proceso difícil y doloroso – o volverse consciente de que su propia mente y sentidos normales han sido engañados por algo que no encaja en la imaginación humana normal.

El hombre y la sociedad se encuentran en el comienzo de un largo camino de experiencias desconocidas las cuales, luego de muchos intentos y errores, finalmente conducen a un cierto conocimiento hermético acerca de cuáles son las cualidades del fenómeno y de cómo construir mejor una resistencia psicológica para ello. En especial durante la fase de disimulación, esto hace que sea posible adaptarse a la vida en este mundo diferente y concertar entonces unas condiciones de vida más tolerables. Por ende, debemos observar fenómenos, conocimiento, inmunización y adaptación psicológicos como lo que no podrían haber sido predichos antes y que no pueden ser comprendidos en el mundo que permanece bajo el dominio de los sistemas de gente normal. Sin embargo, una persona normal nunca se puede adaptar completamente a un sistema patológico; es fácil ser pesimistas acerca del resultado final que esto trae.

Tales experiencias son intercambiadas durante las discusiones nocturnas entre círculos de amigos, creando de ese modo una especie de conglomeración cognitiva en la mente de la gente, la cual es inicialmente incoherente y que contiene deficiencias basadas en hechos. […] La ideología oficialmente abogada por la patocracia continúa reteniendo sus poderes subjetivos por siempre decrecientes hasta aquél tiempo en el que la razón humana logra localizarla como algo subordinado, que no describe la esencia del fenómeno. […]

Bajo tales condiciones, tanto los instintos como las sensaciones y la inteligencia básica resultante ocupan roles instrumentales, estimulando al hombre para que haga selecciones que son, en su mayor parte, subconscientes.

Bajo las condiciones creadas por reglas patocráticas impuestas… nuestro sustrato instintivo humano natural es un factor instrumental para la unión con la oposición. De un modo similar, las motivaciones ambientales, económicas e ideológicas que influenciaron la formación de la personalidad de un individuo, incluyendo aquellas actitudes políticas que fueron asumidas antes… desaparecen dentro del enfoque y disminuyen a lo largo de los años del gobierno patocrático. Las decisiones y los modos de selección sobre la conducta a seguir, cuyo origen se encuentra en a la sociedad de gente normal, son finalmente decididas por factores a menudo heredados por medios biológicos, y por lo tanto no son el producto de la opción de la persona, y constituyen principalmente procesos subconscientes.

La inteligencia general del hombre, y en especial su nivel intelectual, ocupa un rol limitado en este proceso de selección de un camino de acción, así como se lo expresa por correlaciones estadísticamente significantes pero bajas (-0,16). Cuando más elevado sea el nivel de talento de una persona, más difícil le es reconciliarse con esta realidad diferente y encontrar un modo de vida dentro de ella.

Al mismo tiempo, personas dotadas y talentosas sí se unen a la patocracia, y se pueden escuchar palabras duras de desprecio al sistema por parte de gente simple, sin educación.

Sólo aquellas personas que poseen un grado de inteligencia más elevado- lo que, como ya ha sido mencionado, no acompaña a las psicopatías- son incapaces de encontrarle el sentido a la vida dentro de tal sistema. A veces son capaces de aprovecharse de su mentalidad superior para encontrar maneras excepcionales de ser útiles a los demás.

El perder a los mejores talentos representa una posible catástrofe para cualquier sistema social.

Dado que ha sido comprobado que esos factores sujetos a las leyes de la genética son decisivos, la sociedad de divide entre los adherentes al nuevo gobierno, la nueva clase media ya mencionada, y la mayoría en oposición, por medio de criterios desconocidos previamente.

Puesto que las propiedades que causan esta nueva división aparecen en proporciones más o menos iguales dentro de cualquier grupo o nivel social, esta nueva división corta justo por el medio de estas capaz tradicionales de la sociedad. Si tratamos a la estratificación precedente como una línea horizontal, cuya formación fue decididamente influenciada por el factor del talento, podríamos referirnos a la otra como una división vertical. El factor más instrumental en la última es la buena inteligencia básica, la cual, como ya sabemos, se distribuye ampliamente en todos los grupos sociales.

Hasta aquella gente que fue el objeto de la injusticia social en el sistema anterior, y a quien se le otorgó luego otro sistema que supuestamente la protegía, comienza lentamente a criticar a éste último. […]

Uno de los primeros descubrimientos de la sociedad de gente normal es que supera en inteligencia y habilidades prácticas a los nuevos líderes, sin importar qué tan genios parezcan ser [vía la hipnotización]. Los nudos que encierran a la razón se van deshaciendo poco a poco, y la fascinación por el conocimiento secreto y el plan de acción del nuevo liderazgo comienza a disminuir, seguidos por una familiarización con el conocimiento sobre la nueva realidad.

El mundo de gente normal siempre es superior al otro siempre que se necesita una actividad constructiva, ya sea la reconstrucción de un país devastado, el área de la tecnología, la organización de la vida económica o el trabajo científico y médico. […]

Como ya hemos señalado, toda anomalía psicológica es en realidad un tipo de deficiencia. Las psicopatías se basan mayormente en deficiencias en el sustrato instintivo; sin embargo, la influencia que éstas ejercen sobre el desarrollo mental también conduce a deficiencias en la inteligencia en general, como ya se ha discutido.

Esta deficiencia no es compensada por la creación del conocimiento especial psicológico que observamos entre algunos psicópatas.

Tal conocimiento pierde su poder hipnotizante cuando la gente normal aprende a entender también estos fenómenos. Por lo tanto, el psicopatólogo no se sorprendió por el hecho de que el mundo de gente normal domine en lo que concierne a las habilidades y al talento. Para esa sociedad, sin embargo, esto representó un descubrimiento que engendraba esperanza y relajación psicológica.

Dado que nuestra inteligencia es superior a la suya, podemos reconocerlos y entender cómo piensan y actúan. Esto es lo que una persona aprende por iniciativa propia de tal sistema, forzado por las necesidades de todos los días. Lo aprende trabajando en su oficina o fábrica, ya sea que necesite tratar con las autoridades, o cuando es detenido – algo que sólo unos pocos logran evitar. El autor y muchos otros aprendieron mucho sobre la psicología de este fenómeno macro social durante su escolarización obligatoria adoctrinante. Los organizadores y profesores no pueden haber previsto tal resultado. Entonces, el conocimiento práctico acerca de esta nueva realidad crece, gracias a lo cual la sociedad gana una iniciativa de acción que le permite la reorganizar en forma gradual los vínculos sociales, lo que con el tiempo da frutos. …


El Capitalismo y la Psicopatía

Los miembros de la Escuela del Futuro Cuántico (Quantum Future School) se han comprometido en estudiar la psicopatía y la pseudo-psicopatía durante muchos años. Esto seguramente ha preparado a la mayoría de nosotros para que seamos capaces de encontrar al hombre escondido detrás de la cortina, en este caso, al hombre escondido detrás de la “máscara de la cordura”. Estos estudios condujeron a la pregunta: por qué parece que el comportamiento psicopático está tan extendido en los Estados Unidos. (Esto no significa que no exista en todos los demás sitios- ése es un hecho).

Linda Mealey del Departamento de Psicología de la Universidad de St. Benedict, en Minnesota, propuso recientemente ciertas ideas en su artículo: La Sociobiología de la Sociopatía: un Modelo de Evolución Integrado. 40 (The Sociobiology of Sociopathy: An Integrated Evolutionary Model.40). Estas ideas hacen hincapié en el aumento de la psicopatía en la cultura estadounidense sugiriendo que en una sociedad competitiva – capitalista por definición – la psicopatía se adapta fácilmente y es propensa a crecer. Ella escribe:


“He argumentado hasta aquí que algunos individuos parecen tener un genotipo que los predispone a [la psicopatía].

[La psicopatía describe] diferencias individuales dependientes de la frecuencia y basadas en la genética, en lo que se refiere al empleo de estrategias de vida. [Los psicópatas] aparecen siempre en toda cultura, sin importar cuales sean las condiciones socio-culturales. […]

La competición incrementa el uso de estrategias antisociales y maquiavélicas y puede contrarrestar al comportamiento pro-social…

Algunas culturas fomentan la competitividad más que otras y estas diferencias en los valores sociales varían tanto temporal como interculturalmente. […] A través de las dos dimensiones, altos niveles de competitividad están asociados con una tasa elevada de crimen y de Maquiavelismo.

La alta densidad de población, una forma indirecta de competición, también está asociada con una conducta pro-social reducida y con el aumento de una conducta anti-social.” [Mealey op. cit.]


La conclusión es que la forma de vida capitalista asociada con la “democracia” en los Estados Unidos, ha optimizado la supervivencia de psicópatas con la consecuencia de que es una “estrategia de vida” que se adapta y que es extremadamente exitosa en la sociedad estadounidense, y por lo tanto se ha incrementado en la sociedad a nivel genético así como también actuando como un atrayente para individuos psicopáticos en otros países desde hace ya un buen tiempo. El hecho es que, los Estados Unidos están probablemente inundados de psicópatas y esquirtoides, tal como lo menciona Lobaczewski. Más aún, como consecuencia de una sociedad que se adapta a la psicopatía, muchos individuos que NO son psicópatas por genética se han adaptado de un modo similar, convirtiéndose así en psicópatas “efectivos”, o “caracterópatas” en las formas que Lobaczewski describió.


Mealey: “Por supuesto, ya que no son disminuidos a nivel intelectual, estos individuos [los psicópatas] progresarán normalmente en términos de desarrollo cognitivo y adquirirán una teoría de la mente. Sus teorías, sin embargo, serán pura y exclusivamente formuladas en términos instrumentales [¿qué puede APORTARME el afirmar ésto o aquello?], sin tener ningún acceso a la comprensión empática en la que se basa la mayoría de nosotros durante la mayor parte del tiempo.

Es posible que se conviertan en excelentes vaticinadores del comportamiento de los demás, sin ningún tipo de bloqueo gracias a “la intrusividad” de la emoción, actuando únicamente, como lo hacen los jugadores profesionales, según leyes nomotéticas y datos actuariales, más que basados en presentimientos y sentimientos.

Al determinar cómo “actuar” en los encuentros sociales de la vida cotidiana, usarán una estrategia de costo y beneficio puro basada en resultados personales inmediatos, sin ningún tipo de “consideración” de las reacciones emocionales de los otros con quienes están tratando.

Al no sentir ningún amor verdadero que los comprometa a cooperar, sin ninguna ansiedad para prevenir el miedo a la ‘deserción’, sin culpa por inspirar resentimiento, son libres de actuar continuamente por el beneficio a corto plazo.

Al mismo tiempo, dado que cambios en la frecuencia de genes en la población no podrían mantener el ritmo dados los parámetros tan cambiantes de las interacciones sociales, eso resultaría en una proporción fluctuante adicional de sociopatía, porque, en una sociedad de [psicopatía], las circunstancias que rodean hacen que una estrategia de vida antisocial sea más rentable que una pro-social.” [Mealey, op. cit.]


En otras palabras, en un mundo de psicópatas, aquellas personas que no son psicópatas genéticos, son inducidas a comportarse como psicópatas para sobrevivir. Cuando las reglas son ideadas para hacer una sociedad “adaptable” a la psicopatía, eso convierte a todos en sociópatas.

Lo que hace que un psicópata sea aterrador y peligroso es que él o ella llevan puesta una “Máscara de Cordura” completamente convincente. Esto hará que al principio la persona sea absolutamente persuasiva y convincentemente saludable, según el psiquiatra Harvey Cleckley. Cleckley fue el primero en descubrir los síntomas claves de esta deformación.

En general, el psicópata exitoso “computa” con cuánto puede quedarse en una relación de costo y beneficio de las alternativas. Dentro de los factores que considera como los más importantes se encuentran el dinero, el poder y la gratificación de los deseos negativos. No son motivados por tales refuerzos sociales como los elogios o los beneficios futuros, o el bien estar de otros – incluyendo hasta aquellos por quienes uno podría sospechar que se preocupan, tales como sus propias familias. Se han realizado estudios que demuestran que el encerrar a un psicópata no tiene absolutamente ningún efecto sobre ellos cuando se trata de modificar sus estrategias de vida. En realidad, ha demostrado que los empeora. Efectivamente, cuando se los encierra, los psicópatas aprenden simplemente a cómo ser mejores psicópatas.

El psicópata está obsesionado con el control, aunque dé la impresión de ser indefenso. Fingir que tiene una sensibilidad emocional forma realmente parte de su función de control: cuanto más elevado sea el nivel de creencia del psicópata que puede ser inducido en su víctima a través de dramas, mayor es el “control” que el psicópata cree tener. Y de hecho, esto es cierto. Sí tienen control cuando los demás creen en sus mentiras. Tristemente, el grado de creencia, el grado de “sumisión” a este control a través de representaciones falsas, produce por lo general tanta pena que cuando la verdad se deja entrever, la víctima preferiría seguir en la mentira a enfrentarse al hecho de que ha sido engañada. El psicópata cuenta con ello. Forma parte de sus “cálculos actuariales”. Les da una sensación de poder.

El comportamiento pasado de una sociedad será utilizado por el psicópata (o una red ponerológica de trabajo) para predecir el comportamiento futuro de esa sociedad. Como un jugador individual, una sociedad tendrá una cierta probabilidad de detectar el engaño y una memoria más o menos exacta de quién lo ha engañado en el pasado. La sociedad tendrá también una proclividad, desarrollada o no, a tomar represalias en contra del mentiroso y estafador. Dado que el psicópata está utilizando una estrategia actuarial para evaluar los costos y beneficios de diferentes conductas, (simplemente cuánto puede sacar de eso), es esa misma conducta del pasado de la sociedad la que entrará dentro de sus cálculos más que cualquier otra evaluación de riesgos basada sólo en “miedos o ansiedades” de ser atrapado y castigado, que la gente empática sentiría con anticipación al hacer algo ilegal.

Por lo tanto, afín de reducir la conducta psicopática en la sociedad y el gobierno, una sociedad debe establecer y reforzar una reputación de altas tasas de detección del engaño y de identificación de mentirosos, y una voluntad de tomar represalias. Dicho en otras palabras, debe establecer una estrategia exitosa de disuasión.

Dado que el psicópata es particularmente incapaz de tomar decisiones basadas en las consecuencias futuras, y que sólo sabe focalizar su atención en la gratificación inmediata – objetivos a corto plazo – es imposible que se pueda tratar a tales individuos estableciendo una historia de cómo tratar con una retaliación social repentina. Es decir, el hecho de identificar y castigar a mentirosos y tramposos debe ser tanto inmediato como perfectamente consistente, y por lo tanto predecible en su acontecimiento.

Y aquí llegamos al tema que concierne las interacciones sociales del mundo real humano en grande escala: el reducir la psicopatía en nuestros líderes depende de cuánto se logre expandir la memoria colectiva de la sociedad acerca del comportamiento pasado de actores individuales. Aquellos que no recuerden la historia están condenados a repetirla.

Cualquier vistazo que se le eche a las noticias revela que las mentiras y el engaño no son “encubiertos” completamente, como a los apologistas estadounidenses les gustaría pensar.

Hasta los estadounidenses menos bien informados tienen una cierta idea de que hubo algo dudoso de la investigación acerca del asesinato de JFK. Hace pocos años, el hombre a cargo de la Comisión Warren, Gerald Ford, también un antiguo Presidente, admitió haber “hecho trampa” en el informe cuando admitió haber cambiado el lugar de una de las heridas de balas en el informe final.

Luego hubo el caso de Watergate, seguido por la cuestión Iran-Contra, sin mencionar a “Mónica-gate”. Esos parecen casi inocentes comparados con las mentiras de la gente que ocupa el poder actualmente. Las mentiras de la banda de Bush, desde las elecciones robadas hasta los ataques del 11 de Septiembre, y a través de las infames armas de destrucción masiva en Irak, han tomado el arte de mentir a niveles que impresionarían al mismo Hitler. Y aquí es en donde chocamos con un punto culminante, más familiar para todos los estadounidenses.

¿Qué consecuencias sufrieron los estafadores de la sociedad?

Ninguna de la que se pueda hablar. En realidad, en casi todos los casos, se los premió generosamente con aquellas cosas que son de valor para el psicópata: dinero y bienes materiales. Cualquiera que piense que fueron avergonzados expuestos al público, ¡vuelva a reflexionar!

Pero lo que es de un interés crucial aquí es el hecho de que el pueblo estadounidense simplemente no ha respondido a las revelaciones de mentiras en el gobierno con ningún escándalo que se podría considerar como más que simbólico. En los tiempos que corren, ni siquiera hay ya “escándalos simbólicos”.

¿No encuentra Usted eso extraño?

Pero ya hemos hecho notar la razón: el modo de vida estadounidense ha optimizado la supervivencia de la psicopatía y en un mundo de psicópatas, aquellos que no son psicópatas genéticos son inducidos a comportarse como psicópatas simplemente para sobrevivir. Cuando las reglas son planeadas para hacer una sociedad “adaptable” a la psicopatía, eso hace de todos sociópatas. Como consecuencia, un gran número de estadounidenses son sociópatas efectivos. (Aquí utilizamos “sociópata” como una designación para aquellos individuos que no son psicópatas genéticos.)

Y entonces, tenemos a George Bush y al Cuarto Reich calculando cuánto pueden obtener al observar la historia de las reacciones del pueblo estadounidense a la estafa.

No hay ninguna porque el sistema se adapta a la psicopatía. En otras palabras, los estadounidenses apoyan a Bush y a su agenda porque la mayoría de ellos son efectivamente como él. Pero esto no es porque todos hayan nacido de esa manera. Es porque requieren de la psicopatía para sobrevivir en la Sociedad estadounidense competitiva y capitalista.

A medida que una sociedad se agranda y se torna más competitiva, los individuos se vuelven más anónimos y más Maquiavélicos. La estratificación y segmentación sociales conducen a sentimientos de inferioridad, pesimismo y depresión dentro de los impedimentos, promoviendo el uso de “estrategias de estafa” en la vida que luego hacen que el entorno sea más adaptable a la psicopatía en general porque aquellos que estén sufriendo responderán de manera positiva a cualquier señal de cambio, aunque no se den cuenta de que los que proponen el cambio son aquellos que en realidad empeorarán sus vidas.

Se podría ver la conducta psicopática entre los psicópatas no genéticos como un método funcional para obtener recursos deseables, elevando el estatus individual en un grupo local, y hasta como un medio para proveer un estímulo que gente social y financieramente exitosa encuentre en desafíos físicos e intelectuales.

En los Estados Unidos, una gran cantidad de hogares se ven afectados por el hecho de que tanto el trabajo como el divorcio le quitan a uno o a ambos padres el derecho de interactuar con sus hijos durante la mayor parte del día. Esta es una consecuencia de la economía Capitalista.

Cuando los padres se ausentan, y hasta cuando uno está presente pero no en posesión del conocimiento o la información necesarios, los niños son dejados a la merced de sus pares, una cultura formada por los medios. Armados de joysticks y de controles remotos, los niños son guiados desde el South Park y Jerry Springer hasta Mortal Kombat en el Nintendo. Niños normales pasan a desinteresarse por la violencia. Niños más susceptibles – con una herencia genética de psicopatía – son empujados hacia delante a un precipicio mental peligroso. Mientras tanto, el gobierno decreta leyes de forma regular, según las exigencias de padres y de comunidades psicológicas, diseñadas para evitar imponer consecuencias al comportamiento violento de los jóvenes.

En cuanto a la violencia en los medios, pocos investigadores continúan intentando debatir que el derramamiento de sangre en la televisión y en las películas tiene un efecto en los niños que lo miran. Añadidos a esta mezcla, hoy tenemos a los video-juegos, estructurados alrededor de modelos de caza y asesinato. Atraídos por los gráficos, los niños aprenden a asociar chorros de “sangre” con la gratificación primaria de “ganar”.

Otra vez, la economía – el capitalismo disfrazado de “democracia”- controla la realidad.

El hecho es que, el que opera allí es casi un sistema mecánico basado en la naturaleza psicológica de seres humanos, a la mayoría de los cuales le gusta vivir en una negación o que necesita vivir en la negación para satisfacer a sus padres, sus pares, sus líderes religiosos y sus líderes políticos. Todo lo que desean es un poco de relajo para disfrutar el “Sueño Americano.” Después de todo, “si la ignorancia es la dicha, es una locura ser sabio”. Esto es especialmente cierto cuando consideramos el instinto de supervivencia del ego. Si la cultura oficial – creada por psicópatas – dice que no hay ningún “hombre detrás de la cortina”, al trabajar a través de los sistemas de creencias inculcados, hay pocas posibilidades de que la mayoría de la gente sea capaz de ver la fuente de los fenómenos ponerológicos del mundo.

Considere toda la información que ya se ha dado hoy en relación al 11 de Septiembre y el hecho de que a tantos estadounidenses les parece casi imposible creer que sus oficiales de gobierno hayan podido sacrificar voluntariamente las vidas de sus ciudadanos para continuar con sus agendas personales. Más importante aún, considere el hecho de que su gobierno sepa demasiado bien cómo piensa Usted. ¡En realidad, han CREADO sus procesos de pensamiento!

El libro de Andrew M. Lobaczewski ya está disponible en la Red Pill Press, ahora en formato impreso y como libro electrónico.

28 de Noviembre del 2005

1 [Nota: del inglés “Evil”.]

2 Nota : del alemán Schutzstaffel, que significa Cuerpo de Protección. Elite paramilitar dentro del Partido Nazi Alemán.

3 Führer: (alemán) Líder, en especial uno que ejerce los poderes de un tirano.

4 [Nota: del inglés “Evil”.]

5 KGB (en ruso: Комитет Государственной Безопасности, Komitet Gosudárstvennoi Bezopásnosti, traducido como Comité para la Seguridad del Estado)

6 Del inglés spellbinder. Dícese de un orador que deja a sus oyentes como hipnotizados, hechizados, atrapados.